or qué la dirigencia del Partido Acción Nacional (PAN) y quien despacha en Los Pinos odian a José Luis Luege? Cabe esta pregunta al estilo del escritor Stieg Larsson, autor de Milenium, por la manera en que el titular de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) fue eliminado como candidato del citado partido a varios cargos de elección. Como recuerdan los lectores, don José Luis aprovechó su última fiesta de cumpleaños para lanzar su candidatura al gobierno de la ciudad de México. Lo respaldaron personajes de prosapia panista, como Diego Fernández de Cevallos, además de Vicente y Marta. Era el mejor preparado para resolver exitosamente los problemas de la capital del país.
Don José Luis tenía otros méritos. Como criticar severamente a la administración citadina lo mismo en el tema del agua (especialmente en tiempos de lluvias) que por los desajustes ambientales y de salud originados en el Bordo Poniente, el gigantesco tiradero a cielo abierto finalmente clausurado y en el que se depositaban diariamente miles de toneladas de desechos.
Pero su aspiración terminó en la basura: el dueño temporal del sombrero mágico del que salen las decisiones políticas del PAN escogió a la señora Isabel Miranda. No por méritos políticos ni conocimiento de los problemas citadinos, sino para salvar de la derrota a dos mujeres con más posibilidades que Luege de ser designadas gracias a la protección que reciben de Los Pinos: Marianita Gómez del Campo (la prima preferida de la señora Margarita Zavala) y la diputada Gabriela Cuevas. Ambas aceptaron gustosas la elección de la señora Isabel, pues tendrán su compensación en la nómina: serán senadoras por la vía plurinominal, sin necesidad del voto ciudadano. Se intentó colar a Luege en el Senado por esa misma vía y fue otro fracaso. Ya sin saber qué hacer con él lo incluyeron en la lista preferente de candidatos a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Le ganó el lugar el joven Andrés Sánchez, sobrino de la señora Isabel. Ésta asegura que no intervino en esa designación. Don José Luis aceptó el tercer descalabro.
En cambio no acepta un asunto mucho más importante, si consideramos que todavía cobra como director de la Conagua: la recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) con motivo de las inundaciones registradas en Tabasco. La acusa de actuar con superficialidad, con tendencias partidistas; de dejarse llevar por notas periodísticas y no valorar la información técnica que le proporcionó.
Luege sostuvo lo anterior al comparecer ante una de las comisiones del Senado que lo citó para que explicara su negativa sistemática (desde noviembre pasado) a aceptar dicha recomendación. Dijo que la Conagua actuó con estricto apego a la ley y respeto a los derechos humanos. Y que no es responsable de que se inunden los pueblos y ciudades de Tabasco, los cuales se seguirán inundado por estar en una zona natural y de muy alto riesgo. Por tanto, no pueden pagar, como ordena la CNDH, a los 5 mil habitantes de 60 localidades que sufrieron daños en su patrimonio y se quejaron de que los planes hidráulicos de la Conagua favorecen las inundaciones.
Otro funcionario federal también se niega a aceptar que está equivocado: Rafael Elvira, secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat). Al comparecer igualmente en el Senado, Elvira defendió el aval que la dependencia a su cargo dio al cuestionado megaproyecto Cabo Cortés, colindante con el parque nacional Cabo Pulmo, en Baja California Sur, decretado por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) Patrimonio Natural de la Humanidad. Elvira dice que ningún proyecto ha sido tan profunda y bien evaluado como Cabo Cortés, de la cuestionada empresa española Hansa. Es el proyecto que reúne más condicionantes de manera colegiada
, remató. No se entiende entonces por qué lo critican tan severamente científicos, centros de investigación y organizaciones ecologistas nacionales y del exterior, los habitantes y pescadores de la región y la opinión pública. Quizás porque, retomando al autor de Milenium, el gobierno federal, y en especial la Semarnat, parecen odiar todo lo que tenga que ver con el buen estado del medio ambiente y los recursos naturales de México.