En el primero de nueve conciertos, el músico convocó a 42 mil fans
Viernes 9 de marzo de 2012, p. 9
Buenos Aires, 8 de marzo. El roquero británico Roger Waters deslumbró la noche del miércoles con un espectáculo de contenido antibelicista, con inusitados efectos visuales y técnicos, el cual dedicó a los desaparecidos de la dictadura, en el primero de nueve shows, ante 42 mil fanáticos.
¡No podía creer lo que veía!
, dijo Marcelo Figueroa, treinteañero de rizos negros que salía del estadio Monumental en Buenos Aires junto con su novia, mientras se extasiaba recordando el avión de guerra que se estrelló contra el muro
, los fuegos artificiales o el inmenso cerdo que sobrevoló al público y terminó apaleado en el césped de la cancha, momentos claves de la gira The Wall Live.
Como muchos de los asistentes, entre los que se mezclaban generaciones y se veían muchos padres con sus hijos adolescentes, el joven llevaba una casaca y un brazalete con los dos martillos cruzados, símbolo de The Wall, desde la salida del disco original en 1979.
Es muy emocionante venir con los hijos. Es bueno este punto de unión
, afirmó Carlos Báez, de 45 años, junto con Lautaro y Vanina, sus hijos de 18 y 16, venidos desde Córdoba.
En una noche cálida que mostró el lado luminoso de la Luna llena, Waters inició el viaje musical con los acordes de In the Flesh.
Sin dejar el más mínimo resquicio para la improvisación, Waters tiene pautados todos los detalles de su impactante show, como una ópera rock de dos horas y media, perfectamente aceitado y sin fisura alguna.
“Quiero dedicar este show a la memoria de los desaparecidos, muertos y torturados. Los recordaremos”, dijo el bajista, uno de los fundadores de Pink Floyd, en un español rudimentario, en las que fueron casi sus únicas palabras entre las canciones.
Un día antes, Waters fue recibido por la presidenta Cristina Kirchner, acompañada por representantes de los organismos humanitarios Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
En el inicio de sus nueve recitales, en los que se esperan unas 400 mil personas, el músico británico evitó referirse a la tensión entre Argentina y Reino Unido por la disputa de soberanía en las islas Malvinas, tras haberse pronunciado en favor del reclamo de Buenos Aires, lo cual luego desmintió.
El mensaje antibelicista se vio cuando cada uno de los mil 132 ladrillos que conforman el muro de 152 metros de ancho por 12 metros de alto reflejó la imagen de un soldado muerto en diferentes conflictos bélicos, desde la primera y segunda Guerras Mundiales hasta los conflictos en Irak, Irán y Afganistán.
Los ladrillos formaban también una inmensa pantalla, como una pared que se iba cerrando en la primera parte del espectáculo hasta estallar en pedazos sobre el final.
“El show es como un viaje; no estás acostumbrado a ver un espectáculo así. Es una obra conceptual y es histórico, porque toca el músico original, el que la compuso”, destacó Diego Sáenz, de Pop Art, productora local del espectáculo.
En Buenos Aires, la inesperada respuesta del público obligó a los organizadores a agregar fechas hasta llegar a las inéditas nueve presentaciones.