Libro de Enrique Dussel, editado por La Jornada, se presentó ayer en la feria de Minería
El único que puede mandar mandando es el pueblo, plantea Carta a los indignados
Destaca la necesidad de una nueva estructura social basada en la participación: Díaz Polanco
Lunes 5 de marzo de 2012, p. 9
Una nueva estructura social que combine la participación y la representación en la democracia es el planteamiento de Enrique Dussel (Mendoza, Argentina, 1934) en el libro Carta a los indignados.
El volumen, editado por La Jornada, fue presentado por Héctor Díaz Polanco y el autor este domingo, en el contexto de la versión 33 de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.
En Carta a los indignados Enrique Dussel devela que la esencia de la democracia no radica en la representación, sino en la participación, ya que sin ésta no hay democracia posible
, explicó Díaz Polanco.
Afirmó que el debate y la reflexión que propone el texto consisten en que sólo existe un nivel en que se puede mandar mandando, y el único que puede hacerlo es el pueblo, en cuyo seno y cuerpo social residen la soberanía, el poder y la voluntad fundamentales
.
En diversos países, prosiguió Díaz Polanco, se levanta infinidad de jóvenes y trabajadores que pugnan por que finalmente se reconozca que en ellos reside la voluntad popular colectiva, el poder, y que ellos son los sujetos posibles de la construcción de una nueva democracia para todos
.
Sobre su obra, Dussel explicó que los jóvenes son los que pagan las consecuencias de la crisis, pero también los principales actores políticos, con la conciencia de que son afectados.
Pero la diferencia con otras épocas, expuso el autor, radica en que los jóvenes actualmente tienen la oportunidad de comunicarse con otros mediante las redes sociales y los medios tecnológicos.
El volumen, manifestó Dussel, ofrece una reflexión sobre el monopolio que ejercen los partidos políticos en la elección de candidatos
.
También plantea la necesidad de que se genere otro tipo de organización en torno a la participación y a la manera de articularla con la representación.
En el libro el autor afirma que “la injusticia es el caldo de cultivo de los indignados, quienes aparecen explícitamente en los movimientos que se denominan así, o implícitamente en el descontento de los pueblos sometidos por el capitalismo”.