La entrega de la condecoración se realiza en la embajada de México en La Haya
Ahora investiga las primeras plantas australianas recolectadas en 1770, adelanta
Fundar La Jornada, momento crucial para la democracia, la historia, la política y la prensa en el país, rememora
Miércoles 15 de febrero de 2012, p. 6
El artista de origen holandés Jan Hendrix, quien desde hace más de 30 años reside en México, donde ha desarrollado gran parte de su trayectoria artística, recibe la orden mexicana del Águila Azteca, en grado de insignia, por sus servicios prominentes a la nación mexicana y a la humanidad.
La entrega de esa distinción a Hendrix se efectúa hoy en La Haya, Holanda, en la embajada de México en los Países Bajos.
El gobierno federal publicó el año pasado, en el Diario Oficial de la Federación, el acuerdo mediante el cual reconoce a 16 ciudadanos de los Países Bajos por su valiosa contribución para estrechar vínculos con México.
En ese listado figura Hendrix, quien ha presentado numerosas exposiciones, instalaciones e investigaciones en México; además, participó en las acciones para fundar esta casa editorial, encabezadas por Carlos Payán Velver, director fundador de La Jornada.
Ese momento, rememora en entrevista Jan Hendrix, fue muy importante y crucial para la democracia, la historia, la política y la prensa en México.
Las técnicas de serigrafía y digitales, así como la arquitectura y las investigaciones sobre botánica, son los ejes del trabajo creativo del artista, quien desarrolla un proyecto de investigación sobre las primeras plantas australianas recolectadas en 1770, cuyo acervo herbario se conserva en el Museo de Historia Natural en Londres.
Amplio espectro estético
Jan Hendrix ha montado muchas exposiciones en museos y gale-rías de Cuba, España, Irlanda, Yugoslavia, Alemania, Hungría, Francia, Turquía, Australia, China, Finlandia, México y su país natal.
“Estoy cada vez más metido –explica Hendrix– en proyectos de larga duración y en cómo descubrir un asunto dentro de mi temática general sobre la naturaleza y el paisaje.”
Además, dice, “quiero dedicar un largo tiempo a la investigación y a las diferentes facetas de una colección de plantas que hallé en Inglaterra y están relacionadas con un botánico del siglo XVIII, en las costas de Australia.
Ya llevo un año con ese asunto y durante este proceso también ha habido mucha investigación y lectura sobre el tema, el cual devela otras lecturas relacionadas con textos sobre viajeros, las expediciones en el Pacífico, la rivalidad entre Francia e Inglaterra y las guerras de Napoleón
, entre muchos aspectos.
Con este amplio espectro, enfatiza, a veces me atrevo a decir que me importa más la investigación que el resultado final
.
El trabajo del artista ha consistido en volver al lugar donde esas plantas fueron recolectadas en Australia para documentar el antes y el después, con más de dos siglos transcurridos.
Hendrix nació en el poblado de Maasbree, Holanda, en una familia arraigada a la vida agrícola, que se oponía con vigor al oficio de artista por haber fallado persistentemente en todas las materias escolares, excepto dibujo.
El artista salió de la casa paterna y a los 17 años ingresó a la Real Academia de Arte de Den Bosch (pueblo natal de El Bosco), de donde fue expulsado por su conducta rebelde.
Luego, a invitación del artista japonés Shinkichi Tajiri, ingresó como alumno al Atelier 63 de la ciudad de Haarlem, la institución educativa más radical de ese momento (1968-1969). Ahí conoció a sus mentores, que a través del cine y de la danza lo condujeron a una visión multidisciplinaria del arte.
Jan Hendrix llegó a México en 1975, cuando recibió una beca del Ministerio de Cultura de Holanda, la cual utilizó para viajar a nuestro país para estudiar el paisaje mexicano.
El primer contacto fue con José Chávez Morado, quien lo invitó a instalar un taller de serigrafía en la Alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato, con la finalidad de registrar los sellos cilíndricos de la colección precolombina de Frederick Fields.
En 1978 decidió establecerse en este país y abandonar la dualidad de viajar de manera constante entre Holanda y México, con largas escalas en Islandia, donde había encontrado un laboratorio de paisaje interminable relacionado con su trabajo y el paisaje volcánico mexicano.