La política migratoria hacia los judíos fue selectiva, sostiene Daniela Gleizer
En su libro El exilio incómodo, explora temas vinculados a la xenofobia y el racismo durante los regímenes posrevolucionarios
Se reconstruye una historia, opina Soledad Loaeza
Sábado 11 de febrero de 2012, p. 7
El libro El exilio incómodo: México y los refugiados judíos (1933-1945), escrito por la historiadora Daniela Gleizer, pone sobre la mesa del debate historiográfico temas vinculados a la xenofobia y el racismo durante los regímenes posrevolucionarios, además de contrastar la imagen de México como país de puertas abiertas y enfatizar la discrecionalidad y selectividad de la política migratoria mexicana
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A partir de 1938 los países de América Latina comenzaron a ser una opción para los refugiados europeos, entre ellos los judíos perseguidos por los nazis. Tal oportunidad se produjo sobre todo debido a la política y a la imagen que tenía México de ser un país como posible lugar de refugio. Así, empezaron a llegar miles y miles de solicitudes de asilo, que en su mayoría fueron rechazadas
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De ahí, dice Gleizer, que la investigación cuestiona la idea de México como país de asilo, de puertas abiertas. “Aporta la necesidad de matizar esa idea que se tiene, ya que no podemos generalizar. Cada caso de refugio y asilo debe ser estudiado de manera particular.
En aquellos años se tenía un mismo gobierno con dos políticas radicalmente diferentes, frente a dos grupos de refugiados que piden asilo en el mismo momento: los españoles, a quienes sí se les abre la puerta, y a los judíos, a los que no
, explicó en entrevista la historiadora.
“Eso nos indica –añadió– que hay que entender cómo se conceptualiza cada uno de los grupos que buscan asilo, cómo se implementan las leyes y señalar cuáles son las políticas que interfieren sobre el derecho al asilo.
La migración judía y la de muchos otros grupos, como chinos, gitanos, negros, estaba prohibida en nuestro país, mediante circulares confidenciales y no por las leyes. Fue un momento en que se clasificó como inmigrantes indeseables, a aquellos que no van a poder integrarse a la nacionalidad mexicana y que se considera van a estorbar el proceso de mestizaje como proyecto estatal, es decir, todos aquellos que son no asimilables, inmediatamente son considerados indeseables.
De las cerca de cien mil solicitudes que América Latina recibió entre 1933 y 1945, México sólo aceptó alrededor de mil 800, muchas con la corrupción de las autoridades, señaló la investigadora. Argentina recibió cerca de 50 mil, Brasil 23 mil, Chile 20 mil, Bolivia 13 mil. Y comparado con el exilio español, México recibió cerca de 23 mil refugiados españoles.
Corrupción y esperanzas frustradas
La investigación consta de seis capítulos, en los que se expone el contexto histórico sobre la necesidad judía de emigrar, principalmente por la persecución nazi, como el contexto político en México. Se hace referencia a los grupos de la sociedad mexicana que estaban en favor de la apertura de puertas, principalmente vinculados con la izquierda y con el movimiento antifascista y, por otro lado, los que se oponían, los de la derecha radical que pugnaban por la nacionalidad mexicana. Asimismo, se hace deslinde entre políticas de asilo, de inmigración y refugiados raciales.
Coeditado por El Colegio de México y la Universidad Autónoma Metropolitana-unidad Cuajimalpa, en la presentación de El asilo incómodo: México y los refugiados judíos (1933-1945), que se llevó a cabo en la sede de la primera institución, José Woldenberg destacó que se trata de un trabajo exhaustivo y meticuloso, que logra una reconstrucción fiel de la política mexicana en relación con los exiliados judíos víctimas del totalitarismo nazi. El libro es un mural detallado de la forma en que actuaron las diferentes instituciones estatales mexicanas, incluyendo sus conflictos
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Soledad Loaeza señaló, entre otros aspectos, que en el volumen con base en una amplia documentación, la autora procede a reconstruir una historia que había sido contada de otra manera. En este caso se trata de una historia particularmente escandalosa. De manera valiente y directa narra la historia de una serie de rechazos injustificables, de esperanzas frustradas, de prejuicios, de mezquindad y de corrupción
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Por su parte, Enrique Semo, judío sefardita búlgaro de nacimiento, relató las difíciles vicisitudes que enfrentó de niño, junto con sus padres, en la ciudad-puerto de Marsella, antes de arribar a tierras mexicanas.
Aunque el tema sea doloroso, concluyó Daniela Gleizer, tenemos que empezar a reconocer que nuestro país también ha tenido su dosis de racismo y xenofobia.