Mariana Juárez levantó su carrera con todo en contra. A un mes de exponer por quinta vez el cetro absoluto del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) en peso mosca, la campeona mexicana con más defensas de título considera que apenas se está reconociendo su trayectoria en un deporte de por sí difícil, pero aún más cruel con las mujeres.

La peleadora –quien el domingo cumplió 32 años– fue una de las protagonistas de la primera función profesional femenil en la ciudad de México –estaban legalmente prohibidas– y soportó el repudio de una cultura machista que no toleraba que las mujeres compitieran en este deporte. Nunca dejó de trabajar por una oportunidad, incluso, recuerda que aceptó hacerlo en condiciones que hoy le llenan de vergüenza, porque se hundió en uno de los momentos más sórdidos de su carrera y de su vida.

Con la promoción de Érik Terrible Morales consiguió un título interino del CMB que defendió en siete ocasiones. Fueron años brutales en los que no sólo tuvo que aceptar condiciones insufribles para preparar sus combates, sino que terminó viviendo en circunstancias deplorables.

En Tijuana vivía en una refaccionaria en una de las colonias más peligrosas de la ciudad, confiesa con un tono cada vez más indignado. Era un cuarto con un baño, una cama y una estufa; eso era todo lo que tenía y ahí me la pasaba encerrada, porque no me atrevía a salir.

Esa situación la redujo a ser una mujer sumisa, que no protestaba ante las vejaciones de su pareja de aquel entonces ni porque los encargados de llevar su carrera no le pagaban como habían acordado.

La Barbie hace una mueca cuando admite que no es fácil imaginar a una campeona del mundo que sufre violencia doméstica. Un día me di cuenta de que yo era la que producía el dinero, no estaba pidiendo nada ni me mantenían, y aunque me mantuvieran, protesta. De ahí salió huyendo, dejando todo atrás y sin que le pagaran el sueldo por haber peleado contra Susana Toluquita Vázquez.

Mariana Juárez confía en que su carrera siga en ascensoFoto Juan Manuel Vázquez

Aquellas defensas de verdad fueron difíciles, porque los problemas no me dejaban concentrar en mi trabajo.

Después de tanto sacrificio, la gran oportunidad le llegó el 11 de marzo de 2011, cuando disputó el título absoluto del CMB en categoría mosca, en posesión de la italiana Simona Galassi, a quien venció en 10 episodios.

A partir de entonces creo que ha empezado a llegar todo aquello por lo que pelee en 14 años de carrera, comenta con satisfacción. Mi trabajo empieza a ser reconocido y creo que lo que sigue todavía será mejor.

Quizás, acepta, le falta alcanzar el reconocimiento que tienen peleadoras como Ana María Torres y Jackie Nava.

Hay gente que ni se imagina que yo ya peleé tres veces con Torres, dándole ventaja con el peso; han sido combates cerrados y con decisiones polémicas, enfatiza. Gracias a mí, Ana María tiene esa nariz, suelta como una broma, pero lo dice en serio.

El 25 de febrero enfrentará a la rusa Anastasia Toktaulova, a quien conoció hace una década cuando emigró a Los Ángeles en busca de mejores oportunidades, pero observa que ahora es una rival mucho más fuerte y peligrosa.

Juárez tiene muchos planes, pero no cede en que se le reconozca todo lo que ha hecho por el boxeo femenil. Olvidar eso –dice– sería un desperdicio.