Porto Alegre, Brasil, 26 de enero. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, que decidió no participar en el Foro Económico Mundial de Davos para estar presente en el Foro Social Mundial –el cual se lleva a cabo en esta ciudad en protesta contra el primero–, criticó duramente las políticas de austeridad fiscal recomendadas para los países europeos en crisis y exhortó a los gobiernos a escuchar las voces de protesta en las calles.

Otro mundo es posible, aseveró la mandataria, al hablar ante los representantes de movimientos sociales, estudiantiles, ambientalistas y militantes de izquierda que participan en la reunión del FSM que se realiza hasta el domingo en la sureña ciudad de Porto Alegre. Rousseff se refirió ampliamente a la crisis que azota la zona euro.

La presidenta sostuvo que recetas fracasadas similares fueron adoptadas en Brasil en el pasado y dejaron como legado estancamiento económico, pobreza y exclusión social.

Destacó las manifestaciones de los indignados de Europa y del movimiento Ocupa Wall Street, de Estados Unidos, y expresó que estas protestas revelan que la disonancia entre la voz de los mercados y la de las calles parece aumentar cada vez más en los países desarrollados.

Un grupo de indignados, el movimiento de protesta que surgió en España, llevó sus reclamos ante el Foro Social, el mayor evento contra el capitalismo, que reúne a miles de activistas en Porto Alegre.

No somos mercancías en manos de políticos y banqueros, fue una de las frases con la que se identificaron los indignados, explicaba a una audiencia Jorge Sánchez, quien estuvo antes en las protestas en la plaza Catalunya, en Barcelona.

Uno de los teólogos de la liberación, el sacerdote Frei Betto, dijo: me temo que la cumbre de jefes de Estado será un fracaso. El Grupo de los 8 no tiene el mínimo interés en asumir compromisos ambientales. Un debate con la presidenta Rousseff será el principal atractivo de la tercera jornada del FSM.

Rousseff optó por participar en la cita de los altermundistas en lugar de viajar a Davos. El borrador de la conferencia de Naciones Unidas ha recibido duras críticas durante los debates del FSM.

En un momento en que Europa vive la peor crisis en décadas, “indignados nace de 15 años en los que el Estado de bienestar despolitizó a la gente joven. La clase política dejó de hacer política para el pueblo. Los sindicatos no hicieron gestión para los trabajadores. Y llegamos a 50 por ciento de paro entre los jóvenes, que se ven sin oportunidad”, añadió el FSM.

Los indignados no aceptan liderazgo, estructura ni programa. Cada uno habla por sí mismo, pero los une una crítica rotunda a un sistema y una clase políticos supeditados al poder de las finanzas y los bancos, explicó Ester Vivas, que también ocupó la plaza barcelonesa.

Les respondió un veterano activista del Foro Social de Austria, el filósofo Leo Gabriel: estamos luchando desde hace años por las mismas causas.

“El movimiento de los ‘indignados’ es un espejo de lo que ha sido el Foro Social en los últimos 10 años”, opinó Juan Carlos Monedero, profesor de ciencia política.

Los indignados dejaron de ocupar plazas y se fueron a los barrios, donde algunos son muy activos; ahora el reto es ofrecer respuestas, añadió.

Crisis capitalista, justicia social y ambiental son los temas que debate el Foro Social en Porto Alegre, que ha integrado a las nuevas protestas mundiales: la primavera árabe, los indignados, Ocupa Wall Street y los estudiantes de Chile.

Bajo el lema Crisis capitalista, justicia social y ambiental, el Foro Social Temático (FST-2012) comenzó el martes con una caminata de casi 20 mil participantes, y ha realizado cientos de debates sobre variados asuntos, destacando los relacionados con el desarrollo sostenible.

El miércoles tocó el turno a Ciudades sostenibles, una mesa donde estuvieron destacados personajes brasileños, como los teólogos de la liberación Betto y Leonardo Boff, así como el ideólogo y fundador del Foro Social Mundial, Oded Grajew.

Citado por la Agencia Brasil, el sociólogo brasileño Emir Sader expresó que la reunión Río+20, a realizarse en junio, debe ser un encuentro muy importante, pero hay riesgos de que esa posibilidad no se torne realidad, en primer lugar por la crisis financiera global, ya que los países desarrollados van a rechazar hacer concesiones ecológicas.

Es una batalla fundamental de la humanidad, pero es una batalla en que nos golpeamos contra un vendaval, contra los países del centro del capitalismo que no mostraron disposición para cumplir los compromisos establecidos hace 20 años, indicó.