La verdadera crisis del agua llegará en 2025, lo que se vive sólo es el principio, advierte
Miércoles 25 de enero de 2012, p. 8
Chihuahua, Chih., 24 de enero. El problema de la falta de agua en Chihuahua no es consecuencia de un determinismo geográfico
ni de la sequía atípica
que asuela al estado; tampoco es un desastre natural
que se ensaña contra el ser humano. El problema es resultado de los modelos depredadores de explotación maderera en la sierra Tarahumara y de producción agrícola que por décadas se han practicado, explica el geógrafo y estudioso de las sequías en la entidad, Federico Mancera.
Son modelos, expone el especialista, que por un lado alteran el ciclo hidrológico y, por otro, prácticamente han agotado los mantos acuíferos del subsuelo. Con base en información de la Conagua, el experto advierte que la verdadera crisis del agua llegará hacia el año 2025; lo que se vive ahora es apenas el principio.
Agrega: los recursos que ahora se destinen para atender la emergencia servirán como paliativo, pero no resolverán el problema de fondo. Las sequías cíclicas en Chihuahua no son una novedad, se han dado durante miles de millones de años. Eso no impidió que durante todo este tiempo se formaran los mantos freáticos de los que hoy todavía se abastecen las principales ciudades del estado.
Parte del problema se remonta a los años 40 y 50 del siglo pasado, cuando los gobiernos en turno promovieron políticas públicas para volver productivos los desiertos, emulando modelos de Estados Unidos. La idea básica era llevar agua a los desiertos, creando extensas zonas de irrigación. El agua provenía de los mantos freáticos. En esos tiempos no existía el concepto de conservación ambiental.
Entre los años 40 y los 90 extensas áreas se destinaron sólo al cultivo de algodón, llamado entonces el oro blanco
. Por tratarse de un monocultivo aparecieron las plagas y para combatirlas se recurrió a los pesticidas y herbicidas. De este modo, el agua que se acumulaba en el subsuelo se contaminaba y se salinizaba.
Actualmente, añade, la situación no es muy diferente en los extensos llanos del estado, que no se destinan al cultivo de maíz o alimentos, sino a producir forrajes para el ganado.
Miembro del Centro de Investigaciones sobre la Sequía, del Instituto de Ecología AC, Mancera hace notar que por esa razón la eventual liberación de recursos públicos para atender la emergencia alimentaria en el estado no va a servir de mucho: los únicos que se beneficiarán son los ganaderos.
Además de los mantos freáticos, otra de las formas que durante mucho tiempo se empleó para enfrentar la escasez de agua fue la construcción de represas, que acopiaban el agua durante la temporada de lluvias. Actualmente, la mayoría están casi secas. Se han vuelto acumuladoras de suelo.
Esta sequía atípica
, corrobora el especialista, es resultado de dos factores: el cambio climático global y la desforestación de la sierra Tarahumara. Ya no llegan las lluvias que se generaban en el Golfo de México y entraban desde Estados Unidos por el río Misisipi.
Quienes dependían de ellas, sostiene Federico Mancera, ahora recurren a la apertura de pozos clandestinos, que hacen su contribución a la desagracia ambiental
que se cierne sobre Chihuahua y que se manifestará en toda su magnitud hacia 2025.
Por todo ello, el presidente y fundador de Desarrollo Comunitario y Alternativas Ambientales AC, Federico Mancera, considera más apropiado hablar de un desastre socio-natural
, porque ha sido provocado por el ser humano.