Prepara la oposición política protesta en céntrica avenida de Moscú
Miércoles 25 de enero de 2012, p. 32
Moscú, 24 de enero. Si los comicios presidenciales del próximo 4 de marzo en Rusia fueran una pelea de boxeo, podría decirse que los protagonistas –mutatis mutandis, en la política se suelen dar más golpes bajos– están enfrascados estos días en rounds de sombra, con sus publicitados golpes de calentamiento y gestos que pretenden amedrentar a los rivales.
De este modo, tres bancadas de la nueva Duma, cuestionada en su origen por el ajuste
de resultados en favor del partido oficialista Rusia Unida, desde luego contrario a la propuesta de sus colegas, solicitaron someter a un voto de censura a Vladimir Churov, el presidente de la Comisión Central Electoral.
La máxima instancia reguladora de las elecciones en este país es, para la oposición política, la principal operadora de lo que califican de fraude y su jefe, el alquimista mayor, todo un mago, como lo llamó sin doble sentido el todavía presidente Dimitri Medvediev.
El asunto será debatido y votado el viernes, pero difícilmente la mayoritaria fracción oficialista aceptará entregar la cabeza de Churov, a mes y medio de la elección del nuevo titular del Kremlin.
Los dirigentes opositores quieren realizar una gran marcha de protesta en Sadovoye Koltso, la céntrica y amplia avenida de circunvalación de Moscú, el 4 de febrero siguiente, y las autoridades urbanas guardan silencio.
De manera extraoficial, un vicealcalde dijo que no se podía autorizar la ruta sugerida por razones de seguridad
. Y mientras llega la respuesta oficial, el comité organizador aseguró hoy que el que calla otorga, y asume que pueden salir a la calle esa fecha.
En todo caso, aceptarían modificar la ruta, pero no la fecha porque hace 22 años, el 4 de febrero de 1990, se celebró ese día la manifestación más multitudinaria de la época soviética en demanda de la supresión del artículo sexto constitucional que daba al Partido Comunista de la Unión Soviética el papel rector en la sociedad.
Todo indica que, el 4 de marzo, las boletas electorales tendrán sólo cinco nombres. Además de Vladimir Putin, al frente de Rusia ya 12 años, estarán el comunista Guennadi Ziuganov, el ultranacionalista Vladimir Zhirinovsky, el socialdemócrata Serguei Mironov y el magnate, reconvertido en político de derecha, Mijail Projorov.
No es oficial, aunque sí secreto a voces, que las firmas reunidas en apoyo del político liberal Grigori Yavlinsky y del gobernador de Irkutsk Dimitri Mesentsev tienen demasiadas irregularidades para ser consideradas válidas.
Al carecer de presencia parlamentaria sus partidos políticos, que exime del requisito, era muy difícil que pudieran –salvo para alguien que tenga los recursos de Projorov– reunir 2 millones de votos de respaldo a su candidatura en sólo medio mes.
El anuncio se hará oficial en unos días, pero desde ahora los seguidores de Yavlinsky –que tenía 8 por ciento de la intención de voto– dicen que lo sacaron de la carrera presidencial para facilitar que Putin gane en primera vuelta, toda vez que, aseveran, Projorov es un palero
del Kremlin que en el mejor de los casos aspira a pactar con el triunfador de los comicios.
Mientras, el candidato Putin sigue acaparando reflectores de los medios electrónicos como premier, haciendo promesas a diestra y siniestra ante eventuales electores.
Las encuestadoras que cuentan con el visto bueno del Kremlin tampoco están de brazos cruzados y preparan el contexto para dar credibilidad a que Putin pueda imponerse en la primera ronda de la votación, sin tener que ir a la riesgosa segunda vuelta: dicen que, si los comicios fueran este domingo, votarían por Vladimir Putin 52 por ciento de los rusos.