El realizador de 76 años hizo alrededor de 15 películas, la mayoría de fuerte carga política
La mirada de Ulises, La eternidad y un día, Alejandro el Grande y Viaje a Cythera, parte de su obra premiada en festivales como Cannes y Venecia
Había empezado a rodar El otro mar
Miércoles 25 de enero de 2012, p. 9
Atenas, 24 de enero. El director griego Theo Angelopoulos, quien falleció la noche del martes a la edad de 76 años, después de ser arrollado por una moto en una calle del Pireo, cerca de Atenas, encarnó a partir de los años 70 el nuevo cine griego, que surgió tras la dictadura de los coroneles.
Angelopoulos ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes en 1998 con La eternidad y un día, largometraje en forma de reflexión intensa sobre la muerte.
Autor de unas 15 películas, el realizador marcó a la crítica con su obra maestra El viaje de los comediantes (1975), emotivo fresco de cuatro horas que atraviesa los episodios dolorosos de la historia griega contemporánea, compuesto por extensos y lentos planos secuencias casi en silencio, propicios para la reflexión, como la mayoría de sus obras.
Nacido el 27 de abril de 1935 en Atenas, hijo de un pequeño comerciante, Angelopoulos estudió derecho en la capital de Grecia y después de hacer el servicio militar se trasladó a París para continuar sus estudios con el antropólogo Claude Lévi-Strauss en la prestigiosa Universidad de la Sorbona.
Realizó todo tipo de trabajos antes de contactar con el cine, casi por azar, dejando de lado su carrera de derecho para volcarse sobre el séptimo arte. Se instruyó en la Escuela de Cine de París y volvió a su Grecia natal en 1964, donde trabajó de crítico de cine para el periódico de izquierdas Dimokratiki Allaghi, hasta que fue cerrado, en 1967.
Después de fracasar en su intento de rodar un corto sobre un grupo de músicos pop, en 1968 consiguió realizar uno de 23 minutos, Ekpombi, que nunca se exhibió fuera de Grecia y en el que ya se vislumbraba el estilo del autor: utilización de tiempos muertos, de planos secuencias y alteración del eje cronológico, con dilataciones del ritmo espacio-temporal.
A lo largo de su trayectoria, Angelopoulos indagó de forma poética y silenciosa los problemas sociales y la historia de Grecia, al tiempo que proponía un punto de vista estético y experimental sobre el cine. Comenzó con Días del 36 (1972), primera parte de una trilogía que continuó con El viaje de los comediantes (1975) y Los cazadores (1977), reflexión crítica acerca de la historia contemporánea de Grecia, concretamente sobre el periodo que terminó con la dictadura de los coroneles. Una vez que finalizó la época dictatorial en el país las películas del realizador redujeron su contenido político.
En los años 80 siguió con Alejandro el Grande (1980), con la que ganó el León de Oro del Festival Internacional de Cine de Venecia, y Viaje a Cythera (1984), con la que fue galardonado en Cannes con el premio al mejor guión.
Marcello Mastroianni protagonizó dos películas del cineasta griego: el drama sicólogico El apicultor (1986) y Le pas suspendu de la cicogne (El paso suspendido de la cigüeña, 1991). Entre estas dos cintas conoció al mítico guionista y poeta Tonino Guerra, colaborador habitual de Antonioni y Fellini; con él trabajó en Paisaje en la niebla (1988), una de sus películas más laureadas, pues obtuvo el máximo reconocimiento en los festivales de Venecia y Berlín, además de ser considerada la mejor película europea de ese año.
Trabajo con Tony Guerra
Con Guerra escribió la cinta considerada su obra cumbre, La mirada de Ulises (1995), que obtuvo premios en Cannes y los Goya. En 1998 ganó la Palma de Oro del festival francés con La eternidad y un día.
En 2004, Angelopulos empezó una nueva trilogía con Eleni, con la que proyectó analizar el siglo XX de Grecia.
Recientemente el cineasta había empezado a rodar El otro mar, con la que deseaba evocar el fracaso de Grecia y de Europa; esta última era un sueño que se desplomó con gran rapidez
, había comentado en junio pasado.
Otras de sus frases que se recuerdan son: Hollywood hace siempre la misma película, pero con distintos actores
; El cine de hoy es como un rebaño de ovejas
y Estoy de acuerdo en que hay un cine de poesía y un cine de prosa, y luego el cine estadunidense, que no es ni una cosa ni la otra. Una película tiene que ser una propuesta de diálogo, y las películas cerradas, como las que hacen los estadunidenses, son para idiotas
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