¿Quién soy si ya no soy lo que era?, es la pregunta esencial que se hace la adolescente protagonista de la obra de teatro El viaje de Tina, escrita por la dramaturga Berta Hiriart, en la cual se narra la historia de la travesía que debe hacer la joven junto con su familia para cruzar la frontera norte, debido a la precaria situación que viven en México.

El viaje de Tina gira en torno a la identidad. En él se lleva consigo la cultura, sus raíces y tradiciones, pero es también un traslado hacia lo distinto, hacia un ambiente, cultura e idioma diferentes.

Con la dirección de Alicia Martínez Álvarez, la obra “trata de aquello que todos nos preguntamos cuando enfrentamos una transición obligada. Sea ésta la entrada a un nuevo ciclo vital –la adolescencia, en este caso– o la migración a un país con costumbres, lengua y paisajes desconocidos, como le sucede a Tina”, explica la autora en charla con La Jornada.

El viaje al que alude el título implica al menos dos trayectos, detalla Hiriart: uno, externo, terriblemente brusco, hacia Estados Unidos. Otro, íntimo, casi invisible de tan lento, hacia la adultez.

La obra revive también una de nuestras más bellas y arraigadas tradiciones, el Día de Muertos, junto a las celebraciones de Halloween.

Para la familia de Tina, los Arteaga, apunta la autora, emigrar implica un desgarramiento que toma forma en el dolor de abandonar a sus difuntos.

Como se acercan los días de muertos y los Arteaga no se hacen a la idea de que las almas de sus seres queridos no encuentren aroma de copal ni altar ni pariente alguno, Tina propone entonces dejar un camino de flores que guíe a los difuntos desde Xochiltepec hasta Avondale. Y así las figuras de nuestra celebración tradicional llegan al territorio del Príncipe de las Nieves.

“Hay que recordar –dice Hiriart– que las fiestas de Halloween y de Muertos casi coinciden en las fechas. La razón es que, en el origen, ambas culturas rinden tributo a la llegada del invierno. Hay mexicanos que se enfurecen ante la parafernalia del Halloween, y tienen razón sólo en un sentido. Es una lástima que las diversas tradiciones –nuestras y de otros países– sólo se utilicen con fines comerciales, sin que nadie explique a los niños de qué se trata cada una, de dónde proviene.

En la obra, las tradiciones del Norte y del Sur se enfrentan una a otra durante unos momentos pero luego se dejan ser, pues cada una tiene sus razones y su belleza.

Peligro, pérdidas y empleo

En la obra, la línea divisoria entre México y Estados Unidos juega un papel determinante. “La frontera trastoca por completo la vida de los Arteaga. No tendrían que cruzarla en forma clandestina, ni tener que viajar por ella por tiempo indeterminado si en México tuvieran de qué vivir.

Cruzarla significa peligros y pérdidas, pero también empleo. Y esto es lo que ellos necesitan. Para Tina, la contradicción resulta a tal punto insostenible que enferma de gravedad.

Para la autora, se trata de una situación que no debiera existir. La gente debería poder ir y venir en busca de oportunidades pero no tendría que ser algo a lo que obligue el hambre, como lo es para muchos mexicanos y centroamericanos.

En esta historia, todos los personajes que rodean a Tina son importantes, los vivos y los muertos, los de éste y los del otro lado. Pero hay una anciana especial, Evodia, quien salva la vida a la adolescente.

Dirigida a niños y niñas mayores de ocho años, el montaje está a cargo la compañía Laboratorio de la Máscara Teatro, con la dirección de la Alicia Martínez Álvarez.

Se trata, concluye Hiriart, de una obra muy hermosa y conmovedora, la cual fue reconocida como una de las 10 mejores de 2011 por la revista TheaterJones, en Dallas Texas, ciudad donde fue estrenada.

Con música original de Eugenio Toussaint, El viaje de Tina se estrenará en México el 28 de enero; funciones: sábados y domingos, a las 13 horas, en el teatro El Galeón, del Centro Cultural del Bosque (Reforma y Campo Marte).