A pesar de los avances en movilidad logrados con la construcción de obras como las nuevas líneas del Metrobús y los corredores de transporte, en la ciudad de México subsisten varios problemas centrales que impiden hablar de un sistema integrado de transporte público, lo que trae como resultado una sistemática saturación y congestionamientos viales, según un diagnóstico realizado por el Programa Universitario de Estudios de la Ciudad (PUEC) de la UNAM.

De 1986 a 2010, destaca el documento elaborado a petición de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), ha permanecido el predominio del transporte concesionado de baja capacidad y calidad, como microbuses y taxis, pues su uso pasó –en este periodo–, de seis por ciento a 45 por ciento, frente a la caída en la participación de autobuses, que va de 42 por ciento a 10.2 por ciento.

En contraste, el uso del transporte de mayor capacidad, como los sistemas Colectivo Metro y de Transportes Eléctricos, decrecieron o se estancaron. En el primer caso, la participación, respecto al total de viajes en la ciudad, pasó de 19 por ciento a 14 por ciento, mientras que los trolebuses y tren ligero pasaron de tres por ciento a 1.3 por ciento.

El uso de vehículos particulares tuvo una baja menor, de 24 por ciento a 20.3 por ciento, mientras que las nuevas modalidades, como el Metrobús, pasó de 0.8 a 1.7 por ciento, y la bicicleta se mantuvo con uno por ciento.

La problemática de la movilidad se agrava, añade el texto, por la infraestructura vial deficitaria, ya rebasada en su capacidad, y con fallas de integración para facilitar transferencias en los modos de transporte y entre las vialidades primarias y las secundarias.

Como parte de las soluciones, se propone que se establezcan no sólo alternativas para trasladar a más pasajeros a mayores distancias, sino moverse lo menos posible, es decir, disminuir las necesidades de desplazamiento de la población, promoviendo el desarrollo por zonas, donde se otorguen los servicios y se concentren las actividades económicas.