Amplia concurrencia en tianguis como los de Iztapalapa o Tepito
Tarjetazos o meses sin intereses, recursos para mantener la tradición
Viernes 6 de enero de 2012, p. 36
Cientos de padres de familia recorrieron ayer los puestos del tianguis de la colonia Vicente Guerrero, en Iztapalapa, en busca de algún juguete para sus hijos y no afecte la deteriorada economía de Melchor, Gaspar y Baltasar, quienes también acudieron a tiendas comerciales y departamentales, bazares habilitados en algunas explanadas delegacionales y a Tepito, lo que obligó al cierre de circulación en el Eje 1 Norte.
Los pocos pesos que traen en la bolsa los Reyes Magos de Iztapalapa, Tláhuac, Xochimilco, Gustavo A. Madero y hasta Neza los obliga a buscar entre montañas de juguetes usados, colocados a un costado de las canchas de futbol de Las Torres, en la Vicente Guerrero, la muñeca, el carrito de montar, patines y peluches que no estén tan maltratados y puedan alegrar a sus hijos, sin importar que muchas veces no haya para comer, y vivamos de prestado
, señalan.
La venta de figuras de plástico a un peso, barbies de 10, teléfonos portátiles de colores a 10, peluches de 15 y Max Steel de 20 pesos es la más socorrida, pues pocos tienen 100 pesos para unos patines
, comentan comerciantes, quienes desde temprano se persignaron
.
La difícil situación económica y la falta de empleo ha provocado que cada año crezca el número de personas que venimos en busca de algún juguete para nuestros hijos, entre los miles que son tirados en las zonas ricas. Es triste que, mientras unos los consideran basura, para otros son un lujo, algunas veces inalcanzables, porque no se tiene lo suficiente para dar felicidad a cuatro hijos
, explica Lucía.
Los Reyes Magos con más recursos económicos compran dinosaurios mecánicos en 350 pesos, la muñeca Sarita que canta, cuenta cuentos y enseña a rezar en 450, un helicóptero de control remoto que se eleva 30 metros en mil 300, una bicicleta en 800 o una patineta en 500 pesos.
Para otros, la posibilidad de encontrar mejores precios
los llevó a recorrer los bazares colocados en algunas explanadas delegacionales o los puestos de Tepito, donde la llegada de miles de compradores provocó el cierre de Eje 1 Norte. Algunos más, sin embargo, acudieron a tiendas comerciales y departamentales a “dar el tarjetazo, aprovechar los pagos a meses sin intereses y utilizar los últimos vales de despensa que dejaron las fiestas navideñas”, según dijeron algunos compradores.
Uno de los beneficiados fue Rodrigo, de seis años, a quien los Reyes Magos le cumplieron un sueño
: tener su primera computadora portátil y un teléfono celular; a Hanna la sorprendieron con una cámara fotográfica a sus tres años, y a Valeria le trajeron dos muñecas Barbie y una bicicleta. En promedio, los magos de oriente gastaron 4 mil pesos en cada caso para cumplir su deseo.
Esto contrasta con la historia de Alma, de 10 años, que vende dulces en un puesto callejero; de Jorge, de siete, y José Javier, de cinco, quienes venden artesanías mazahuas en un mercado, o las hermanas Vanessa y Melody, de 8 y 11 años, respectivamente, quienes no hacen carta a los Reyes, sino que las venden a 10 pesos, con todo y sobre, en el cruce de Miguel Ángel de Quevedo y avenida Universidad, y Chuy de 9, que con la calabaza de plástico gastada con que pidió calaverita el pasado mes de noviembre, hoy espera que los automovilistas que pasan por Eje Central le den sus reyes
. No pide dulces o juguetes, sino monedas.
Todos ellos trabajan, ayudan a sus papás y a sus hermanos
, no tienen otra opción, aseguran sus padres.
Ellos nos ayudan aquí porque la situación está muy dura, cuando sale de la escuela me la traigo para que me eche la mano, sólo somos mi hija y yo
, señaló la mamá de Alma en un puesto donde venden dulces sobre avenida Universidad, en la delegación Benito Juárez.
Para ellos, pensar en el festejo del Día de Reyes es un tema secundario porque hay cosas más importantes.
Los Reyes Magos están muy pobres, a ver si aunque sea les traen un carrito, hay que trabajar para comer, no nos alcanza para otra cosa
, señaló la madre de Jorge y José Javier, quien desde hace 15 años vende artesanías afuera del mercado de Coyoacán.
Muchos de estos niños no asisten a la escuela, trabajan y aseguran que casi nunca les traen nada los Reyes ni Santaclós. Pero son niños y juegan. Han perdido muchas cosas, pero no la capacidad de ilusionarse y sonreír.
Con información de Mariana Suárez Esquivel