El maestro Gordon Matthew Summer cumplió 60 años este 2011 y lo festejó a lo grande: meditando.

Documentó, para compartir, tal tarea en un disco conmemorativo, que a su vez celebra 25 años de carrera profesional, por eso su título: Sting The best of 25 years, y que tiene dos versiones: la de lujo, 45 canciones remasterizadas en tres discos compactos de audio y un devedé; y la sencilla que en realidad es doble: 31 piezas remasterizadas, versiones en vivo y mezclas varias.

Se aleja del trillado concepto mercantil best of para acercarse a la antología personal de la siguiente manera: la elección de cada una de las obras reunidas tiene un significado personal más allá del éxito.

Quienes lamentan no escuchar nada nuevo en este que es el nuevo disco de Sting, se están perdiendo de reflexiones valederas.

Y sí, hay mucho de nuevo, opinaría el mismísimo Heráclito, parafraseándose: nadie se baña dos veces en la misma canción.

El tratamiento tecnológico al que fueron sometidas estas 45, en el caso de la edición de lujo, o 31 en el disco doble, rinde frutos de excelencia no solamente en la calidad de sonido, sino en una serie de hallazgos acústicos en piezas que muchos creían saberse de memoria, fotostáticas.

Además, la secuencia que hilvana la antología semeja un río rico en peces, fauna marina, rocas, sol, reflejos verdes, azules. Una manera de mirar, vivir el mundo.

El punto de partida es el hermoso álbum que lleva la poesía desde su título: The dream of the blue turtles y la pieza inaugural es una máxima: Si amas a alguien, respeta su libertad (traducción muy personal, pero correcta, de If you love somebody set them free), la apacible elegancia de Moon over Bourbon Street, donde la fuerza de las causalidades ofrece una supuesta casualidad: el tema que enarbola en su sax soprano el maestro Brandford Marsalis es el mismo que culmina La canción de la Tierra, de Gustav Mahler.

Y está también Sting el activista, con ese himno social titulado They Dance Alone, dedicado a las madres, esposas, hijas, hermanas de los desaparecidos por la dictadura de Pinochet y ahí congrega personalidades (virtud de Sting, convocar amigos siempre) como Rubén Blades, Eric Clapton, Mark Knopfler, Manú Katché, et al.

Y la poesía, siempre la poesía, como en su oda Fragile: on and on the rain will fall/ like tears from a star like tears from a star/ on and on the rain wils say/ how fragile we are how fragile we are.

Pero Sting no baila solo: en la web pueden degustarse sus obras completas. Conocida su generosidad, no sorprende a nadie que haya preparado un regalo para todos: una aplicación para iPad, gratuita, donde incluye su concierto en el Beacon Theatre de Nueva York, donde celebró su cumpleaños número 60 y una serie de reflexiones, como la siguiente:

Sting estaba en Nueva York cuando ocurrió el muy sospechoso episodio con el que un presidente se legitimó, por medio de la activación de la violencia.

Después del 11 de septiembre, reflexiona el ciudadano Gordon Matthew Summer, todos esperaban que la sociedad estadunidense lograra poner en orden una serie de cosas, pero al invadir Irak tiró a la basura esa valiosa oportunidad de reflexionar sobre sí misma.

Y así reflexiona Sting, como lo ha hecho siempre, practicante aplicado de yoga, concentrado en el desarrollo espiritual que ha encontrado en la India, persona de ideas y procurador del bien común, sobre los temas que han ocupado su existencia.

Reflexiona sobre su origen cultural, su infancia, sus padres, la muerte, la poesía, la injusticia, los abusos del poder. Sobre las personas y sus inquietudes (let your soul be your pilot), sueña el sueño de las tortugas azules.

Escuchar esta antología poética de Sting en sus primeros 25 años, que preparó este 2011 cuando cumplió seis décadas, es un ejercicio muy en la tonalidad que marca el solsticio de invierno, que ocurrió el 21 de diciembre, y el cambio de calendario, que ocurrirá en unas cuantas horas.

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