Opinión
Ver día anteriorSábado 17 de diciembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Infancia y sociedad

¡El rey está desnudo!

D

ecir la verdad es una virtud natural en los niños que, lamentablemente, tiende a perderse a través de la socialización familiar y escolar. Especialmente en nuestro país, por las prácticas coloniales de sometimiento, por miedo y por otras razones que ignoramos, los niños son educados para manejarse en lenguaje ambiguo, para decir sin decir, o de plano para callarse. ¿Será ello la explicación de por qué no salimos a la calle aunque nos pisen y nos pisen y se siga abusando contra el pueblo?

En la fábula de Hans Christian Andersen El nuevo traje del emperador hay un rey que sólo piensa en estrenar trajes que hagan brillar su apariencia. Eso lo hace víctima de dos pillos que, haciéndose pasar por sastres, le venden un traje con tela de oro que es visible para los inteligentes e invisible para los tontos. El día que el traje está terminado y para no quedar como tonto, el rey finge verlo y admirarlo. Durante el paseo del rey todos simulan ver el valioso traje hasta que un niño grita ¡el rey está desnudo!; entonces, los súbditos pierden el miedo a parecer tontos y todos gritan la verdad: ¡El rey está desnudo!

El autor quiso, tal vez, mostrar que la soberbia de un gobernante puede llevarlo a negar la verdad para sí mismo y a enredar a toda una población en el engaño y la mentira. También quiso Andersen decir con su cuento que los niños son los únicos capaces de no confundir la verdad. Se dice que los niños y los locos siempre la dicen, y es que ambos poseen una lucidez a prueba del miedo. Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio, cantó alguna vez Serrat. La verdad puede no hacernos felices, cuando desmiente nuestras ilusiones o deseos, pero es siempre una fuente de salud mental y desarrollo de la conciencia.

La indignación surge sólo si se tiene dignidad y se es capaz de enfrentar la verdad. Pero nadie puede indignarse si su dignidad ha sido aplastada. Por ello, el amor a la verdad debe ser clave para la educación ética y política de niños y jóvenes.

Necesitamos trascender esa ambigua forma de ser que nos ha acostumbrado a vivir entre máscaras, como si fueran rostros verdaderos. Para el fascismo, las falsas democracias y otras condiciones de tiranía, en que se intenta matar la verdad, Bertolt Brecht señaló cinco condiciones para defenderla: tener el valor de escribir la verdad aunque se la desfigure por doquier; la sagacidad de reconocerla; el arte de hacerla manejable como arma; el juicio para escoger a aquellos en cuyas manos resultará más eficaz y la astucia para difundirla entre muchos.

(PS. Los libros sí muerden, pero sólo si no los lees).