Con una ceremonia prehispánica nocturna comenzó la Procesión por la paz que organizó la delegación Iztapalapa. En la caminata, que partió del Museo del Fuego Nuevo, en el cerro de la Estrella al zócalo de la delegación, se recordó a las personas que han fallecido en el país a causa de la violencia, así como a activistas sociales e intelectuales.

A lo largo del trayecto se colocaron nueve ofrendas. La primera parada de los caminantes se dedicó a las y los migrantes fallecidos en Tamaulipas. Con un documental se recordó a Las Patronas, mujeres veracruzanas que cuando ven pasar a La Bestia (tren) a muy alta velocidad, lanzan envoltorios con arroz, tortillas, frijoles y botellas con agua para darles de comer a los indocumetados que cruzan la frontera.

La segunda ofrenda fue para las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez: 100 cruces de madera que tenían enfrente y de rodillas a otra mujer que clama justicia y exige ¡ni una muerta más!

Tambien hubo una ofrenda por los muertos en la guerra contra el crimen. En ella se exhibe un video y se escucha la voz del poeta Javier Sicilia leyendo la carta que dirigió a su hijo asesinado.

Otra, dedicada a periodistas masacrados, data que México ocupa el segundo lugar en el mundo en estos crímenes.

Una ofrenda más fue dedicada a artistas e intelectuales fallecidos, entre otros Carlos Monsiváis, Carlos Montemayor, Alí Chumacero, Ernesto Sabato, Mario Benedetti, José Saramago, Adolfo Sánchez Vázquez y María Elena Walsh.

La última fue dedicada a todas las muertes violentas.