Sociedad y Justicia
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Médica irrumpió en el sector agrícola, dominado por los varones

Cultivo de lavanda, alternativa contra el cambio climático en Cachemira
 
Periódico La Jornada
Martes 1º de noviembre de 2011, p. 42

Srinagar, 31 de octubre. La oficina de Gazalla Amin, a las afueras de la capital del norteño estado indio de Jammu y Cachemira, huele a lavanda, aroma que emana de un montón de flores secas ubicadas en un cuenco en una esquina del salón.

La fragancia no tiene nada de extravagante ni de femenino. A los cuarenta y tantos años, esta médica de profesión irrumpió en el sector agrícola, que en este lugar dominan los hombres.

Amin se puso al frente de agricultores endeudados, pobres y derrotados por la incertidumbre climática y la pérdida de cultivos, y pregona con el ejemplo alternativas agrícolas viables.

Tradicionales cultivadores de maíz de los distritos de Baramulla, Bandipora y Pulwama ganan apenas 110 dólares al año, por hectárea.

Ante la irregularidad de las lluvias, la nieve, la humedad y la variabilidad de la temperatura, los pequeños agricultores endeudados por repetidas malas cosechas venden sus tierras a promotores inmobiliarios rapaces y abandonan su profesión ancestral. Pero no tienen por qué hacerlo, atajó Amin. Pueden plantar arbustos de lavanda en lo que se conoce como kandi, tierras cultivables semiáridas.

Una hectárea de lavanda puede generar el equivalente a 4 mil dólares al año, el cultivo tiene una vida de 20 años y requiere un mínimo de insumos. Además, casi no necesita pesticidas y no resulta atractiva para el ganado, explicó.

Los agricultores pueden comprar árboles jóvenes, a 10 centavos de dólar cada uno, a Amin o a viveros estatales o privados.

Más de 90 por ciento de las plantas medicinales y aromáticas del mercado se consiguen silvestres y dos tercios se cosechan con medios destructivos, según un documento del gobierno federal dedicado al tema.

Las partes más altas de las montañas de Cachemira son un precioso refugio de valiosas plantas medicinales. Las comunidades de pastores pahari y gujjar las identifican con facilidad, observó Amin.

Los comerciantes suelen usar los servicios de los pastores para obtener las plantas de forma ilegal y destructiva. El cultivo ayudará a evitar la piratería y preservar la biodiversidad, añadió.

La incursión de Amin en la agricultura medicinal es un típico caso de iniciativa empresarial. Aun siendo médica traté de estar atenta a las oportunidades de mantenerme cerca de la naturaleza, explicó.

Una reseña sobre plantas medicinales y lavanda la llevó hace ocho años al Instituto de Medicina Integral y terminó comprando un árbol joven de lavanda a las tierras familiares en el distrito de Bandipora.

La lavanda no es autóctona de Cachemira, pero ama su suelo y su clima, indicó.

En los primeros dos años, la media hectárea cultivada se expandió a nueve y luego a otras tres granjas en los distritos de Bandipora, Baramulla y Pulwama.

Amin dejó su trabajo y se mudó al campo, lo que incentivó a otros agricultores a aventurarse en cultivos medicinales y aromáticos de bajo riesgo y de rendimiento como estrategia para paliar las consecuencias del cambio climático. Su exitosa experiencia personal le sirvió para invitar a otros granjeros a conocer sus tierras.