Es histórica la plata del Tri, que nunca había llegado a la final
Brasil se quedó con el bronce tras dar cuenta 87-48 de Colombia
Miércoles 26 de octubre de 2011, p. a47
Guadalajara, Jal., 25 de octubre. Llegaron en autobús a los Juegos Panamericanos 2011, ganaron la medalla de plata –que les sabe a oro– y sin apoyos demostraron que son capaces de poner en alto el nombre del deporte nacional, por lo que elevan el mensaje, a quien quiera escucharlo, de que volteen a ver este deporte. Puerto Rico se alzó como campeón continental.
El Tri cayó con dignidad 67-85. Luchó, movió todas las piezas que estuvieron a su alcance, el equipo puso en juego su mejor estrategia, pero fue superado.
En el primer cuarto las puertorriqueñas anotaron y mantuvieron la ventaja durante todo el recorrido con llegadas constantes, silbadas con energía por los asistentes que no dejaron pasar inadvertida ninguna pifia de las visitantes para festejar con sonora rechifla y abucheos.
Las representantes nacionales se fajaban en cada ofensiva, atacaban con velocidad y buscaban colarse hasta el fondo. Cuando encestaban el público las premiaba con una prolongada ovación al grito de “México… México… México” mientras les perdonaba cualquier yerro.
Los avances de las rivales isleñas fueron comandados por Pamela Rosado, Carla Cortijo y Michelle Pacheco, que no eran las de mayor estatura, pero sí las que se colaban por reducidos espacios para lograr puntos.
Por las anfitrionas, la más experimentada fue Érika Gómez –esta noche se retiró de la duela luego de más de dos décadas de jugar en México y en España–, quien llamaba al orden, a mantener la calma a no arriesgar ningún avance ni soltar a destiempo el esférico; a ser efectivas y acertar en cada ofensiva.
En el arranque del segundo tiempo la disputa cobró mayor fuerza, pero sin violencia.
La gritería y el manoteo desde las tribunas para distraer a la puertorriqueñas estuvo presente en cada tiro de castigo en su favor, seguido de una sonora alegría si fallaban o de un prolongado ¡aaaahhhh! quando acertaban.
A las 20:14 llegó al partido Mario Vázquez Raña, presidente de la Organización Deportiva Panamerica (Odepa), pero pese al anuncio de su presencia los asistentes ni se inmutaron.
Sin un lugar desocupado, los 3 mil 500 espectadores coreaban cada avance de las nacionales y estallaban en júbilo con la anotación. Continuaba el grito “México… México… México…, retumbaba en cada rincón a cada momento, mientras el abucheo para las boricuas fue constante.
Las jugadoras nacionales, que se hicieron famosas por las severas dificultades que debieron sortear para llegar a la Fiesta de América –convocadas al cuarto para las 12, sin uniformes adecuados ni mucho menos la preparación necesaria–, daban una batalla como las grandes, con fuerza, dureza a ratos, sabedoras de que llegaron a la final por méritos propios.
Desde la zona técnica, el entrenador español Raymundo Santana se desgañitaba tratando de hacerles las indicaciones pertinentes, con el manual de urgencias en la mano y no sólo con el librito, porque se trabajaba para coronar un esfuerzo que les ha costado dinero de su bolsa, faltas al trabajo y dejar a las familias que cooperaron para estar en Guadalajara.
En el cuarto final el corazón empezó a latir más rápido de la emoción y ni los 17 puntos de ventaja que sumaban las boricuas a 8:9 minutos del final detenía la esperanza de los nacionales, pero la visita acuchilló.
En la contienda previa se adjudicaron la medalla de bronce las representantes de Brasil, quienes dieron cuenta 87-48 de Colombia.