La cobertura anticonceptiva es de 72.5%; entre adolescentes en pareja es de 44.7%
Miércoles 12 de octubre de 2011, p. 4
La transformación que sufrió la vida de las mujeres a partir de los años 60 con la existencia de la píldora anticonceptiva todavía está en curso.
De la liberación de la cadena biológica de la maternidad
y lo que ello significó en términos de las oportunidades para tener un desarrollo personal y profesional, los expertos observan la necesidad de ampliar el campo de acción de la estrategia de planificación familiar para incluir el reconocimiento de las necesidades de las adolescentes sexualmente activas, que no viven en pareja y tampoco desean tener hijos.
Éste no es un fenómeno nuevo. Por el contrario, se viene mencionando desde hace por lo menos una década, y si no han prosperado los proyectos para emprender dicha transformación en el abordaje de los programas oficiales, se debe a la política conservadora instaurada por los gobiernos panistas a partir de 2000, aseguran especialistas.
Es claro, de hecho, el estancamiento que registró la política nacional de población durante el sexenio foxista (2000-2006). Las mediciones del Consejo Nacional de Población (Conapo) indican que del incremento de entre 5 y 10 puntos porcentuales que se reportó por quinquenios a partir de 1976 en la cobertura de métodos anticonceptivos entre mujeres en edad fértil unidas, para el periodo de 1997 a 2006 el aumento fue de poco más de dos puntos, al pasar de 68.5 a 70.9 por ciento.
En el actual gobierno se ha retomado el camino
y la cobertura llegó a 72.5 por ciento en 2009, de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Dinámica Demográfica (Enadid) de ese año.
Para Raffaela Schiavon, directora de IPAS México, este resultado es positivo, pero limitado porque únicamente toma en cuenta a las mujeres en edad fértil unidas, muchas de ellas ya con hijos, y excluye a aquellas, principalmente adolescentes, que son sexualmente activas, no viven en pareja y tampoco piensan en la maternidad.
Marco Antonio Olaya, director de planificación familiar y anticoncepción del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva de la Secretaría de Salud, también reconoció esta situación. Indicó que ya existe un programa enfocado a crear servicios de salud amigables
para los adolescentes, así como para que las próximas encuestas incorporen a este sector en sus mediciones.
De hecho, la Enadid 2009 ya hizo algunas exploraciones al respecto. De ahí que se haya iniciado el diseño de una estrategia específica para atender estas necesidades, señaló el funcionario.
En este nuevo abordaje se deben tomar en cuenta las características de los jóvenes, los cuales representan casi un tercio de la población del país. Son 22 millones las personas que tienen entre 10 y 19 años de edad y para quienes el peligro no existe; por eso están dedicados a explorar en diferentes ámbitos, incluido el de la sexualidad.
La obligación del sector salud es proveerles la información que les permita tener un ejercicio responsable y el acceso a métodos para prevenir embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual.
Olaya explicó que el nuevo modelo de servicios amigables
se dará a conocer a finales de año, y con él se busca eliminar las barreras para el acceso de los adolescentes a los servicios de salud, como son trámites administrativos.
Sin embargo, el mayor reto es lograr la aceptación social sobre el ejercicio de la sexualidad de los adolescentes. Es algo que ocurre, pero muy pocos lo reconocen, comentó Adrián Delgado, asesor médico de IPAS. Añadió que cualquier estrategia será insuficiente si no se cuenta con métodos anticonceptivos y campañas de comunicación que respondan a las necesidades de los jóvenes.
Al comentar sobre su experiencia con mujeres adolescentes, recordó que en alguna ocasión unas chicas le dijeron que “no querían pastillas como las de su mamá… ‘a mí deme un chip o algo que me ponga y ya’”. Ahí está otro reto: poner a su alcance los métodos modernos para prevenir un embarazo, como son los parches e implantes.
De acuerdo con las estadísticas de 2009, si bien la cobertura anticonceptiva nacional es de 72.5 por ciento, entre las adolescentes de 15 a 19 años que viven en pareja es de apenas 44.7 por ciento.
Análisis realizados a partir de diferentes encuestas de fecundidad indican que entre las adolescentes sexualmente activas el indicador era, en el mismo año, de 55 por ciento.
El estudio que hizo Doroteo Mendoza en La situación demográfica de México 2010, del Conapo, da cuenta de los cambios que ha habido en el comportamiento de este grupo. Mientras en 1987 de las adolescentes embarazadas 17 por ciento no lo habían planeado, para 2009 las gestantes para quienes había sido algo indeseado eran 9 por ciento.
Entre las jóvenes sexualmente activas que no utilizaban algún método anticonceptivo en 1987, 18 por ciento deseaba embarazarse, para 2009 el porcentaje bajó a 10 por ciento.
En tanto, en el primer año, 8 por ciento no querían tener un embarazo, pero tampoco utilizaban anticonceptivos. En 2009 se encontraban en esta situación 15 por ciento de las adolescentes.
Los expertos consultados coincidieron en que es claro hacia dónde se deben dirigir los programas de salud sexual y reproductiva, así como la necesidad de contar con campañas efectivas de comunicación.
Para Alfonso López Juárez, integrante del Consejo Consultivo de Población, esto se ve lejano. Durante el gobierno calderonista no ha existido ninguna campaña de este tipo, apenas una muy tímida de la Ssa
.
Comentó que desde hace varios años supuestamente se diseña una estrategia de información, pero hasta ahora sólo nos dicen que ya está muy avanzado y en revisión
. La realidad es que nos dan atole con el dedo mientras termina el sexenio
.