Martes 27 de septiembre de 2011, p. 2
La Habana, 26 de septiembre. Frente al virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y el sida, lo más esperanzador
en Cuba es el tratamiento antirretroviral, que desde 2003 reciben todos los pacientes que lo requieren, dice el médico Jorge Pérez, figura principal en la lucha contra la pandemia en la isla.
En Sida: nuevas confesiones a un médico, segundo tomo de sus memorias de trabajo, Pérez reporta que cuando surgieron los antirretrovirales se suministraron en forma limitada, hasta que hace ocho años se pudo cubrir toda la demanda.
En agosto de 2010 tomaban ese tratamiento 5 mil 242 pacientes, de acuerdo con su necesidad particular: 71 por ciento lo hacía con genéricos cubanos; 26 por ciento consumía un coctel de fármacos locales y extranjeros, comprados con ayuda del Fondo Global de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, y 2 por ciento recibía sólo medicamentos que se importan por la misma vía.
Servicio y medicinas gratuitos
Los pacientes no pagan por el servicio ni los medicamentos. Cuba produce siete antirretrovirales (AZT, D4T, DDC, DDI, 3TC, indinavir y nevirapina). Por el tratamiento se han reducido las enfermedades oportunistas, el sida y los fallecimientos. En la isla sólo han muerto 13 por ciento de los que recibieron la medicación, mientras en los países en desarrollo sólo acceden a ese tipo de atención 31 por ciento de los pacientes que lo requieren, añade el director del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kouri.
“Mi mayor satisfacción –dice el médico al presentar su libro– es cuando a mis pacientes de hace muchos años, que son mis amigos y mis hermanos, los veo saludables, tomando el tratamiento.”
En Sida: nuevas confesiones… apunta que el tratamiento a las embarazadas ha logrado reducir la transmisión vertical. Hasta agosto de 2010 habían nacido 519 niños de madres con VIH, de los cuales sólo 37 contrajeron el virus. La primera niña nacida de un matrimonio de seropositivos estaba viva y había cumplido 24 años. Había 136 huérfanos a causa del sida, mil 030 menores con uno o ambos padres portadores y 11 infectados en la lactancia por madres que se contagiaron, sin saberlo, después del parto.