Que un viejo amor –ya lo dice la canción de Alfonso Esparza Oteo– ni se olvida ni se deja, y justo eso es lo que trata de demostrar el polifacético artista chihuahuense Pedro Kóminik en su producción discográfica más reciente, con la cual rinde homenaje al México que se fue.

Y justamente ése es también el título de ese álbum, Un viejo amor (Quindecim Recordings), en el que el cantante, actor, director de escena, diseñador y académico propone una lectura contemporánea de lo que era el teatro de revista, expresión de gran auge a principios del siglo XX y que en mucho es considerado el origen de la canción popular mexicana.

Este es un proyecto añejamente acariciado por Kóminik, un viejo amor para homenajear a México, el cual consiste en la selección de nueve temas extraídos de diversas revistas musicales, además de una canción en náhuatl y una pieza contemporánea.

Entre los temas de antaño se encuentran Mi querido capitán, de José Antonio Palacios, tema convertido en todo un clásico por María Conesa y Esperanza Iris, y los menos famosos Vamos al baile, del dominio público, y Échale un quinto al piano, de Felipe Valdes Leal.

De igual manera incluye Chanteusses y el coro de la zarzuela Chin-Chun-Chan, con letra de Rafael Medina y José F Elizondo y músico Luis G. Jordá, así como Pompas, con música de éste último, y el Corrido de Chihuahua.

A decir del cantante y actor, el llamado teatro de revista abarcaba muy diferentes géneros, estilos e intenciones. Uno de los más socorridos era el de contenido político, caracterizado por su aguda crítica y burla despiadada, que durante muchos años debieron soportar diferentes hombres públicos.

Esta vertiente, de hecho, servía como una especie de termómetro del grado de libertad de expresión de los diferentes gobiernos, pues algunos toleraban este tipo de espectáculos mientras otros buscaban acallarlos.

El disco Un viejo amor fue presentado la noche del viernes con un ameno espectáculo en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, escenario más que apropiado para un repertorio de esa naturaleza, mucho del cual pudo ser disfrutado allí mismo hace un siglo.

La propuesta de Kóminik transitó entre el teatro de revista y el cabaret merced su constante interlocución con el público, además de sus satíricos y divertidos comentarios de tipo político, así como sobre algunas convenciones sociales.

Fue también una velada de nostalgia, con piezas que de alguna manera pertenecen a la memoria colectiva y que aún pueden escucharse, por ejemplo, en las entrañables películas protagonizadas por Joaquín Pardavé.