El secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, salió en defensa del presidente Felipe Calderón, al señalar que éste no le mintió al país cuando advirtió la necesidad de luchar contra la delincuencia.

Lujambio habló en la ceremonia conmemorativa por el 201 aniversario de la Independencia para exigir que nadie aproveche la coyuntura para intentar socavar el ánimo nacional y la fuerza del Estado.

En presencia de Calderón y de líderes legislativos demandó una vez más a la Cámara de Diputados que apruebe las reformas pendientes, en especial la política, a fin de dar más poder a los ciudadanos. Pidió darlo todo por México para dejar atrás la mezquindad de quien cree tener la razón o es dueño de la verdad.

Al pie de la Columna de la Independencia se congregaron los miembros del gabinete y los representantes de otros poderes: el ministro Jesús Silva Meza y los presidente de la Cámara de Diputados, el priísta Emilio Chuayffet y del Senado, José González Morfín.

Mientras golpeaba el atril en varias ocasiones, Lujambio aseveró: El Presidente no le mintió cuando advirtió al país la necesidad de dar la lucha contra la delincuencia. Por el contrario, ha hablado con la verdad. Ha abierto las puertas de su gobierno, ha escuchado, ha debatido de buena fe y de cara a la nación.

Argumentó que el Ejército salió a las calles a combatir a los delincuentes, porque es una de las instituciones en las que más confía el pueblo, que tiene capacidad real para dar esta lucha contra quienes se habían apropiado de territorios y habían infiltrado tramos enteros de las instituciones públicas.

Sin responder a coyunturas electorales, arguyó, Calderón aplicó una estrategia contundente para proteger la seguridad de los mexicanos y buscó apuntalar con los otros poderes y órdenes de gobierno los instrumentos y las instituciones del Estado.

A tono con este llamado planteó que el país necesita dos grandes virajes: perfeccionar sin dilación las instituciones para que prevalezca el orden jurídico y construir una democracia más representativa.

Concluida la ceremonia, el Presidente y los integrantes de su comitiva fueron al Zócalo. Rodeado de su esposa y de sus tres hijos en el balcón central de Palacio Nacional, atestiguó el desfile militar. Nuevamente, la prensa fue mantenida en un área alejada de los funcionarios y protegida por vallas.