La mayor discrepancia entre ambos gobiernos sigue siendo el caso Litvinenko
Martes 13 de septiembre de 2011, p. 26
Moscú, 12 de septiembre. Las relaciones entre los gobiernos de Rusia y Gran Bretaña, por decirlo de una manera suave, no atraviesan por su mejor momento desde que se distanciaron hace cinco años, a raíz del asesinato en Londres de Aleksandr Litvinenko, ex agente de los servicios secretos rusos que se enfrentó al Kremlin.
Por eso, la visita que concluyó aquí este lunes David Cameron –la primera en seis años de un primer ministro británico a Rusia– es un paso importante para intentar recomponer los nexos bilaterales.
Aunque se mantienen diferencias que parecen insuperables, Cameron coincidió con el presidente Dimitri Medvediev y con su homólogo, Vladimir Putin, en que éstas no deben ser motivo para congelar la totalidad de la relación
y deben buscar, como naciones maduras y razonables, cooperar en áreas que brinden beneficio mutuo
.
Por lo pronto firmaron una declaración conjunta para mejorar las inversiones en materia de modernización tecnológica, al tiempo que destacaron que la balanza comercial rebasó los 10 mil millones de dólares en el primer semestre del presente año, y el volumen acumulado de la inversión británica en la economía rusa alcanzó 21 mil millones de dólares.
Moscú y Londres dieron la impresión de querer pasar página a los seis años de distanciamiento oficial, pero aún tienen que arreglar muchas discrepancias.
Para Cameron, en materia de problemas en lo económico, lo principal es que recibió ciertas garantías –por ahora, sólo verbales– de que British Petroleum no será expulsada del mercado ruso.
Hace unos días las oficinas de la petrolera británica en Moscú sufrieron un registro, con exceso de despliegue de fuerza, mientras su competidora estadunidense Exxon Mobil se quedó con el multimillonario contrato para explotar las riquezas del Artico ruso.
Las divergencias también quedaron en evidencia al tocarse, por ejemplo, el tema de Siria. Mientras Gran Bretaña considera que el presidente Bashar Assad debe abandonar el poder sin demora, Rusia cree que es prematuro y que Naciones Unidas debe adoptar una resolución enérgica y, a la vez, equilibrada, que esté dirigida a las partes en conflicto, el gobierno de Assad y los opositores, sin contener nuevas sanciones
.
La mayor discrepancia sigue siendo el caso Litvinenko
. Para los británticos, Litvinenko empezó a sentirse mal poco después de entrevistarse con Andrei Lugovoi, también ex agente del servicio secreto ruso y ahora diputado de la Duma, y murió a consecuencia de envenenamiento radiactivo con polonio 210.
Tras concluir su investigación, Gran Bretaña solicitó la extradición de Lugovoi, la cual fue denegada por Rusia alegando que su Constitución prohíbe entregar a la justicia de otro país a un ciudadano ruso.
Rusia, a pesar de ello, pidió la extradición del magnate Boris Berezovsky, que obtuvo asilo político en Gran Bretaña y que también fue denegada. La tensión creció y llegó al punto de la expulsión recíproca de diplomáticos, lo que comenzó a afectar la cooperación económica entre ambos países.
Con esta visita de Cameron se espera que la relación bilateral, poco a poco, vuelva a su cauce normal, relegando a segundo plano los temas espinosos.
En otro orden, Aleksandr Galimov, el único jugador del Lokomotiv de Yaroslavl que, con quemaduras en 80 por ciento del cuerpo, sobrevivió el accidente aéreo del Yak-40 el miércoles anterior, falleció esta mañana tras una operación de trasplante de tráquea en Moscú.
El miembro de la tripulación Aleksandr Sizov –el otro superviviente– se encuentra en estado delicado, pero estable
.