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El músico cumple un año como decano de la Universidad de Boston

Juárez Echenique rompe clichés sobre la idea del artista ajeno a su realidad
 
Periódico La Jornada
Domingo 11 de septiembre de 2011, p. 4

La relación entre arte, cultura y conciencia social es fundamental en el mundo contemporáneo, sostiene Benjamín Juárez Echenique, quien acaba de cumplir un año como decano de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Boston, una de las más grandes e importantes de Estados Unidos.

La visión romántica del artista como un ser ajeno de la realidad, encerrado y dedicado de manera exclusiva a la creación, es mero cliché, algo ficticio, explica el también director de orquesta mexicano.

El artista del siglo XXI debe ser, antes que nada, un buen ciudadano, un protagonista del futuro de la sociedad, no un ser pasivo que está sólo al vaivén de lo que sucede en orquestas, teatros y exposiciones.

Al respecto, asegura que ningún profesional, sin importar su especialidad, puede lograr una relevancia o trascendencia real en su campo de acción si no conoce lo que ocurre en su entorno.

Beethoven sabía lo que pasaba con las guerras napoleónicas y tomó su posición; fue un artista con gran conciencia social. Lo mismo puede decirse de todos los grandes creadores de distintas épocas, indica.

El artista que tiene éxito en el siglo XXI sabe colaborar, pone su ego en segundo plano y primero es claro en su misión de lo que quiere dejar para su sociedad y el futuro de ésta.

De acuerdo con Juárez Echenique, quien es el primer latinoamericano en ocupar ese cargo en dicha institución estadunidense, la educación artística de nivel superior requiere, en primer lugar, un verdadero compromiso de parte del alumno con su vocación y su talento, además de estricta disciplina, con la conciencia de la alta competencia que enfrentará.

También debe saber moverse en tres esferas: en el mundo de sus sueños artísticos; en ser un actor en una sociedad en riesgo, que no tenga miedo de mancharse las manos o los zapatos en trabajos de corte social, y conocer el mercado y sus reglas, saber qué vender y qué no, puntualiza.

Y entre estos tres mundos, construir una ecología a lo largo de su vida que le permita, en determinado momento, crear obra y su reputación; en otro, generar los recursos para continuar adelante dentro del mundo del arte; y, finalmente, hacerse de los espacios para poder participar con la sociedad.

Justos los anteriores son los derroteros que el ex director del Centro Nacional de las Artes de México, a su decir, se plantea cumplir como parte de su misión académica en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Boston.