Recuerda un episodio de su infancia, cuando lo robaron un Día de Reyes
Inti Muñoz recalca la importancia de repoblarlo; sólo tiene 34 mil habitantes
Sábado 10 de septiembre de 2011, p. 37
La lectura de un texto enviado por el periodista Carlos Payán en el que relata un episodio de su infancia en las calles del primer cuadro de la ciudad, abrió ayer, en la Antigua Escuela Nacional de Jurisprudencia de la UNAM, el Encuentro Ciudadano del Centro Histórico de la Ciudad de México para discutir sus retos y problemáticas y construir soluciones para enfrentarlas.
El suceso obsequiado por Payán, un poco triste
, ocurrió un 6 de enero, tenía 8 años y los Reyes no me trajeron juguetes, pero sí en cambio unos zapatos y unos calcetines nuevecitos, pero de todas maneras me alegraron mucho, así que le anuncié a mi madre que salía a enseñarle mis zapatos a la abuela
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Se dirigió a la calle Manuel Doblado, a la vecindad de su abuela, donde hacían en la azotea buñuelos bañados en melaza de piloncillo. Yo estuve comiendo hasta que mamá Mati, así le decíamos a la abuela, me anunció que iba a oscurecer y que ya debía regresar a mi casa
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En el camino un hombre le preguntó qué le habían traído los Reyes y tras mostrar sus zapatos le dijo: Adelante están regalando juguetes a los niños pobres, si quieres te acompaño
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Ya en la entrada de otra vecindad le indicó que subiera al segundo piso, “en la puerta número 17, entra y pregunta por tus juguetes. Ya iba yo a traspasar el umbral, cuando el señor me detuvo. Espera, con esos zapatos nuevos no van a creer que eres pobre, un breve silencio, yo con cara de desencanto. Bueno, dijo él, no te desilusiones, creo que hay una manera, quítate los zapatos y los calcetines y yo te espero aquí a que vuelvas con tus juguetes. Tal cual hice, entré descalzo a la vecindad y subí apresurado las escaleras, llegué sofocado, toqué tímidamente la puerta y esperé hasta que abrieron. En el dintel, me encaró un hombre corpulento. ‘¿Qué quieres?’ ‘Vengo por los juguetes que le dan a los niños pobres’, le dije sonriendo. ‘¡Largo de aquí muchacho pendejo!’, me ordenó cerrando la puerta de un portazo. El ritmo de mi corazón se aceleró con un fuerte golpeteo. ¡Mis zapatos!, casi grité, bajé corriendo a las escaleras y salí a la calle, el cuidador de mis prendas había desaparecido”.
Contada ya una y otra vez esta misma historia, Payán se pregunta cómo es que aquel hombre fue capaz de robar a un niño pobre de 8 años sus zapatos. ¿Acaso sería él todavía más pobre o miserable que nosotros?
“Ahora –sigue el texto del director fundador de La Jornada– vivo lejos del centro de la ciudad, pero regreso a cumplir con los viejos rituales: pasar primero por la librería Madero, donde Enrique Fuentes, último de los grandes libreros, va colocando sobre la mesa los ejemplares que cree que me pueden interesar o una que otra edición histórica, que pocas veces puedo comprar”. Sigue por Isabel la Católica, hasta la casona o palacio, ahora Centro Joyero, frente al Casino Español, que guarda en la parte de atrás un mural de Manuel Rodríguez Lozano, del cual soy devoto
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Siguiendo por el Zócalo se encamina a Moneda, hasta la calle de Academia, donde estaba en el número 6 la vecindad en donde transcurrieron los primeros años de mi vida. Pero allí, en esa misma calle, en el número 14 hay otra que me recuerda a la mía, ha sido restaurada amorosamente por mi amigo Salvador Castillo, habitante también de La Merced desde la infancia
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Y concluye: “Yo sigo viendo aquella casona con los ojos del niño que fui, muros pintados de azul marino, escaleras que se entrecruzan, puentecitos que comunican las habitaciones de lado a lado del patio y en los balcones las macetas geranieras, las jaulas de pájaros y una ventana abierta por donde se escapan las notas de una canción: ‘¡Hay! Cómo es cruel la incertidumbre si la vas a juzgar corazón’”.
En la inauguración del encuentro, convocado por la Autoridad y el Fideicomiso del Centro Histórico, el titular de esta última, Inti Muñoz Santini, resaltó la complejidad del Centro y como ejemplo refirió que existe la convicción de la necesidad de repoblarlo, donde 70 por ciento de su espacio físico está vacío, pero 95 por ciento de dicho espacio es propiedad privada y donde llegaron a vivir 200 mil personas, y que hoy sólo tiene 34 mil.