Entregaron a combatientes islámicos para que fueran interrogados por el gobierno libio
Los textos, hallados por Human Rights Watch en oficina del ex director de Seguridad Interior
Cuba, Nicaragua y Ecuador informan que no reconocerán al Consejo Nacional de Transición
Domingo 4 de septiembre de 2011, p. 18
Trípoli, 3 de septiembre. Las agencias de inteligencia de Estados Unidos y Gran Bretaña cooperaron estrechamente con los servicios secretos del gobierno de Libia. Su nivel de colaboración llegó a tal punto, que en ocho ocasiones entregaron a presuntos combatientes de organizaciones islámicas armadas y antioccidentales para ser interrogados y torturados en prisiones libias.
La confirmación de esta versión fue posible gracias al hallazgo de documentos confidenciales de Moussa Koussa, ex director de la Oficina de Seguridad Exterior de Libia y ex ministro de Relaciones Exteriores, quien huyó sin mayores problemas a Londres el 30 de marzo pasado, dos semanas después de que comenzó el levantamiento, alentado por Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos.
La información sobre los documentos fue publicada este sábado por los diarios estadunidenses The New York Times, The Wall Street Journal y el británico The Independent. Abogados de la organización estadunidense Human Rights Watch encontraron el viernes carpetas que estaban en la saqueada y semidestruida oficina de Koussa en Trípoli, la cual fue cerrada por insurrectos libios este sábado.
Los documentos no están membretados, pero revelan comunicaciones y acciones de cooperación entre la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, el MI6 y la agencia gubernamental británica de espionaje en el extranjero, de 2003 a 2007. Algunos textos están dirigidos de manera informal, están encabezados con la frase queridos amigos
y firmados llanamente con nombres de pila de los agentes que conducían la relación entre Washington, Londres y Trípoli.
La documentación da cuenta de una intensa cooperación en el periodo relativo a la captura de combatientes enemigos
que desarrollaron la CIA, el MI6 y otras agencias de seguridad de gobiernos occidentales.
Cientos de presuntos miembros de organizaciones islámicas fueron detenidos de manera secreta y trasladados a prisiones clandestinas estadunidenses, principalmente a Guantánamo y Afganistán. Versiones periodísticas difundidas en 2006 dieron cuenta de que gobiernos de Europa oriental, Egipto y Libia cooperaron en el encarcelamiento y cuestionamiento de los detenidos.
Una de las ocho personas que fueron llevadas a Libia para ser interrogadas bajo métodos coercitivos fue un libio de nombre Abu Abdullah Sadiq, quien según el abogado Peter Bouckaert, miembro de la directiva de Human Rights Watch, es el nombre de guerra de Abdel Hakim Belhaj.
Belhaj es ahora comandante de los insurrectos, que tomaron Trípoli hace dos semanas, y fue miembro de una organización denominada Grupo de Combatientes Islámicos Libios, quien fue capturado a sugerencia del gobierno libio en 2004, cuando la colaboración entre el líder Muammar Kadafi y el primer ministro británico Tony Blair era tan cercana que se dieron cita en dos ocasiones, en marzo de 2004 y en mayo de 2007.
Belhaj, a cuya organización los gobiernos británico y estadunidense le atribuyen vínculos con Al Qaeda, según los reportes de prensa, fue interceptado por agentes de la CIA en Bangkok, junto a su esposa embarazada, cuando se disponía a viajar a Malasia.
Después de ser torturado en Tailandia, Belhaj fue llevado a Libia y luego liberado en ese mismo país. El miércoles, en su reaparición, fue entrevistado por The New York Times, y relató detalles sobre su encarcelamiento, que coinciden con la información de los documentos.
The Independent precisó en un despacho que publica este domingo que Koussa jugó un papel fundamental en una cumbre de espías realizada en diciembre de 2003 en Londres. El desempeño del ex funcionario libio arroja luz sobre cómo fue posible que abandonara Trípoli fácilmente en los albores de la insurrección contra Kadafi, hace seis meses y medio, poco después del inicio de los bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, el 19 de marzo.
Dos días después de que Moussa participó en la reunión de espías en Londres, Blair se comunicó por teléfono con Kadafi y, dos días después, el 19 de diciembre de 2003, Blair y el presidente estadunidense, George W. Bush, anunciaron la renuncia del líder libio a las armas de destrucción masiva, hecho que inauguró una era de abierta comunicación y colaboración entre estos gobiernos.
Antes de ese anuncio, la CIA y el MI6 elaboraron discursos y líneas argumentales de Kadafi para hablar públicamente sobre su adhesión a una zona libre de armamento de destrucción masiva en Medio Oriente. Cuatro meses después de anunciada la nueva relación con Libia, Washington y Londres, al frente de una coalición de países aliados, invadieron Irak para derrocar –y años más tarde matar, en 2006– al presidente Sadam Hussein, del partido Baaz.
Este sábado las agencias de noticias reportaron que el paredero de Kadafi es aún desconocido y que Bani Walid, localidad ubicada a 150 kilómetros al sur de Trípoli, está a punto de ser ocupada por los alzados, con apoyo de fuego aéreo de la OTAN. Los opositores armados dijeron esta semana que ahí se encuentra el líder de la revolución antimonárquica de 1969.
En el plano diplomático, Cuba, Nicaragua y Ecuador informaron que no reconocerán al Consejo Nacional de Transición, que tiene hasta ahora su feudo en Bengasi y se dispone a trasladar sus oficinas a Trípoli.
La Habana, que retiró su personal diplomático de Trípoli, alertó sobre la posibilidad de que la OTAN genere condiciones similares a las de Libia en Siria, con el fin de intervenir en ese país, gobernado por un partido nacionalista y panárabe, el Baaz.