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La ceguera del poder impidió atender el reclamo del EZLN hace ya 17 años, expresa

Detener la guerra en este suelo fracturado es tarea de todos, escribe Sicilia a Marcos

Compartimos los mismos anhelos y esperanzas de un mundo en el que quepan muchos mundos

 
Periódico La Jornada
Martes 30 de agosto de 2011, p. 7

En una carta dirigida al subcomandante Marcos, previa al inicio de la caravana del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad en el sur del país, el poeta Javier Sicilia sostuvo que México es un cuerpo desgarrado, un suelo fracturado, y corresponde a todos buscar detener la guerra en que nos han sumergido y que se ha traducido en una emergencia nacional.

En la misiva, el escritor reconoce que el movimiento zapatista, hace 17 años, fue el primero en desatar el debate nacional en torno a la crisis de las instituciones, y subraya que por desgracia el poder, que es ciego, los intereses, que no escuchan los latidos del corazón de la historia, y el egoísmo impidieron escuchar su reclamo, y la consecuencia es la espantosa emergencia nacional que vive actualmente el país, cuyo epicentro, como una ironía de la sordera, se encuentra en Ciudad Juárez, en la frontera norte del país.

Sicilia señala que aunque no los entiendan, aunque los desconcierte esa capacidad para tratar de hacer la paz incluso con nuestros adversarios, porque creemos que los equívocos de un ser humano no son el ser humano, sino una alienación de su conciencia que hay que transformar mediante la paciencia del amor, compartimos los mismos anhelos y esperanzas, las de un mundo en el que quepan muchos mundos.

El poeta señala que la guerra en el país ha desgarrado a México en cuatro partes, pero sostuvo que es en la visibilización de nuestros dolores en donde podemos encontrar ese yo plural, ese nosotros que nos han arrebatado.

Agrega que eso sólo puede nacer del corazón, la solidaridad y la esperanza, que es la gran reserva moral que todavía tiene la nación, y de las cuales el movimiento zapatista forma una de sus más hermosas partes.

Hoy más que nunca creemos que sólo en la unidad nacional de esa reserva podemos detener la guerra y encontrar entre todos el camino de la refundación nacional, agrega.

En su largo texto dirigido al subcomandante Marcos, el poeta hace una especie de explicación de las expresiones afectivas que ha tenido con políticos: Caminar, dialogar, abrazar y besar, esas cuatro maneras que encontramos en nuestra historia hecha del mundo indígena y del mundo occidental, son las formas que asumimos no sólo para acompañar a otros y a otras, sino para encontrar el camino perdido y hacer la paz. Caminar es ir al encuentro de los otros; dialogar es desnudar, estremecerse, iluminar la verdad, que al principio escuece, pero después consuela; abrazarse y besarse es no sólo hacer la paz, sino también romper las diferencias que nos dividen y enfrentan.

Añade que estas expresiones por y para nuestros muertos, nuestros jóvenes, niños, indígenas, migrantes, periodistas, defensores de derechos humanos, son de alguna manera una forma de evitar que la indolencia, la imbecilidad y la miseria del alma nos condenen a todos a la muerte, a la corrupción y al olvido.

Posteriormente, Sicilia parafraseó a los zapatistas cuando sostenían: Podrán cuestionar los métodos, pero no las causas. Agregó que por esas causas detener la guerra en el país es tarea de todos y todas, por lo que llamó a hacerse cargo de lo que es hoy el país, cargo del dolor y del perdón para emprender el camino de la paz.

Concluye: “México, querido subcomandante, es un cuerpo desgarrado, un suelo fracturado que hay que recomponer como un cuerpo y una tierra sanas en las que –como todo cuerpo y toda verdadera tierra– cada una de sus partes, cuando se armonizan y se cultivan en el bien, son tan necesarias como importantes.

Mientras llegamos con la lentitud del andar y el dolor a cuestas, le mandamos a usted y a los compas un gran beso, ese beso con el que nuestro corazón no cesa de abrazarlos.