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No existen los procesos revolucionarios perfectos: Mariela Castro, directora del Cenesex

Impulsan investigación en Cuba sobre abusos a homosexuales en las UMAP

Fidel Castro asumió la responsabilidad de lo sucedido en esas unidades, en entrevista con Carmen Lira

Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 12 de agosto de 2011, p. 37

La Habana, 11 de agosto. Mariela Castro Espín se propone impulsar investigaciones sobre episodios de discriminación sexual en Cuba, como las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), en los años 60, y el quinquenio gris de la cultura, en los 70, para llegar a “establecer normativas que impidan que este tipo de arbitrariedades pueda volver a suceder.

Hay que aprender de la historia con honestidad y transparencia y asumir responsabilidades, dice a La Jornada la hija del presidente Raúl Castro y de la desaparecida dirigente femenil Vilma Espín. No existen los gobiernos perfectos, no existen los líderes perfectos. No existen los procesos revolucionarios sin dificultades, donde buscando justicia no se cometan injusticias. No hay que tenerle miedo a los errores cometidos, hay que aprender de ellos.

Respondiendo a Carmen Lira, directora general de este diario, Fidel Castro asumió hace un año la responsabilidad de las UMAP. Mariela cree que es un tema que hay que investigar a fondo. Explorar en la historia nos da muchas pistas, apunta la directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).

Una década de política sexual

Mariela celebra este viernes el décimo aniversario del proyecto del Cenesex con el sistema de Naciones Unidas para la prevención del VIH en la población transgénero, una de las ramas más visibles de la campaña por la diversidad sexual.

Considera que en sus 11 años como directora del centro, su mayor logro es haber puesto la diversidad sexual en la agenda de discusión de los cubanos y en la agenda política; era una asignatura pendiente de la revolución cubana y creo que del socialismo. Así lo hizo en su momento y con sus temas –recuerda, reivindicando el trabajo de su madre– la Federación de Mujeres Cubanas.

En su columna de resultados anota los debates sobre sexualidad y género, multiplicados en la isla en los últimos años; las jornadas contra la homofobia; las redes de gays, lesbianas, transexuales, hombres por la diversidad, grupos familiares y activistas de salud, todos en torno a los derechos sexuales; un vínculo cada vez más sólido con los tribunales –clave para disminuir discriminaciones– y el reconocimiento oficial del programa de atención transgénero, que ha permitido desde 2007 la cirugía de cambio de sexo a 16 personas.

En la lista de carencias, Mariela deplora la falta de más especialistas para la salud y la educación; aún espera respuesta a las propuestas para reconocer legalmente las uniones de personas del mismo sexo y el cambio de identidad oficial de los transexuales; subraya las barreras homofóbicas y misóginas, llenas de prejuicios, en los medios de comunicación y en general los resabios patriarcales que no se desarticulan fácilmente en ninguna parte.

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Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de Educación Sexual, en La HabanaFoto Gerardo Arreola

Rastrear la historia

Las UMAP fueron granjas donde homosexuales y religiosos, entre otros sectores, cumplieron el servicio militar entre 1965 y 1968. Las denuncias de atropellos provocaron opiniones adversas en el mundo, incluso entre simpatizantes del gobierno cubano.

Mariela cuenta que ha recibido testimonios de la época, tanto de reclutas como de oficiales de las fuerzas armadas y del Ministerio del Interior y concluye que la historia real todavía no se conoce. No es tal cual como se ha contado. No todas las UMAP tuvieron los mismos comportamientos. No en todas había directores homofóbicos.

Recuerda que las denuncias desembocaron en investigaciones oficiales y en el cierre de las granjas, pero sostiene que hay que trazar el cuadro completo del momento: la crispación del enfrentamiento interno, el conflicto con Estados Unidos y un nuevo poder encabezado por jóvenes “que ni siquiera sabían qué era dirigir un país.

Una nación viviendo una epopeya tan compleja, que llevaba cambios inimaginables. Era realmente difícil tener la capacidad para ser justos en todos los temas, además, en una sociedad machista..., argumenta Mariela Castro. Ni siquiera en el ámbito científico internacional había conciencia entonces de que la homofobia era una forma de discriminación.

De las UMAP hay relatos y trabajos de ficción, con algunas verdades, muchas mentiras y realidades sobredimensionadas, opina Mariela. Anuncia que el Cenesex investigará el tema, partiendo de los testimonios que tiene y de otros que ya le anuncian personas interesadas en narrar sus vivencias. Una de ellas, una mujer con la que el escritor Reynaldo Arenas convivió y tuvo un hijo.

–Después tendrán que investigar el quinquenio gris –indaga el corresponsal, aludiendo al impacto en la cultura del dogmatismo oficial de principios de los 70, que muchos intelectuales consideran que en realidad se prolongó más de un decenio.

De acuerdo a lo que me han contado, yo veo a esa experiencia peor que las UMAP, apunta Mariela, evocando el momento en el que la homofobia fue política pública: Esa pobre gente tenía dificultades para encontrar trabajo y para desarrollarse profesionalmente. Unos no quisieron irse nunca de aquí, se identificaron con el proceso revolucionario. Unos fueron más fuertes, otros la pasaron peor desde el punto de vista emocional. Fue muy duro. Lo que ellos cuenten creo que nos tiene que servir para evitar que todo eso pueda volver a suceder.

Mariela cuenta que ella misma ya trabaja sobre el trayecto de la educación sexual en Cuba desde 1959. La investigadora Daysi Rubiera publicó el relato de un homosexual, como parte de un proyecto de historial oral de la Universidad Southampton y el Cenesex. O sea que ya no es una asignatura pendiente, porque ya hemos empezado.