Madrid, 3 de agosto. La madrileña Puerta del Sol, epicentro de la movilización ciudadana del 15 de mayo (15-M), estaba cercada este miércoles por un numeroso contingente policial, con lo que se cumplirán más de 48 horas de virtual estado de sitio en el centro de la capital española.

A pesar del despliegue de agentes antidisturbios, miles de indignados volvieron a las calles con la consigna de: la plaza es del pueblo, y protestar contra el modelo económico y social. Hubo movilizaciones en campamentos en Barcelona, Sevilla, Palma de Mallorca, Zaragoza, Almería, Málaga, Valencia y Córdoba.

El origen de este segundo despertar del movimiento se inició la madrugada del lunes, cuando por sorpresa agentes antidisturbios desalojaron por la fuerza a cientos de manifesantes de la Puerta del Sol y calles aledañas. Los policías, en colaboración con personal de servicio de limpieza del Ayuntamiento, destruyeron con excavadoras los restos del campamento y un lugar simbólico y muy respetado por el movimiento: el punto de información, donde había numerosas peticiones ciudadanas.

Esta nueva agresión policial al movimiento del 15-M, que desde su origen es de carácter pacífico y democrático, coincide además con la inminente visita del papa Benedicto XVI a Madrid para participar en la Jornada Mundial de la Juventud. Tanto representantes de los indignados como diversos partidos políticos y dirigentes sociales advirtieron que la limpia de la Puerta del Sol es motivada por la visita papal.

Desde la tarde de ayer todos los accesos a la Puerta del Sol están cerrados. Incluso los medios de comunicación acreditados tenían una zona delimitada para reportar lo que ocurría.

Por más de cinco horas miles intentaron burlar el cerco policial de manera pacífica con gritos como es ilegal la acampada policial, se va a acabar la paz social. Pero también hubo consignas contra la visita de Ratzinger, cuando miles gritaron ¡cuidado con los niños, que viene el Papa!, en alusión a los numerosos casos de pederastia y abusos sexuales protagonizados por religiosos.

El desalojo policial, ordenado por el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, y por el alcalde madrileño conservador, Alberto Ruiz-Gallardón, fue criticado por el vocero del Partido Comunista Español, José Luis Centella. El dirigente calificó la actuación de agresión injustificada, pues responder con violencia a una movilización pacífica es una demostración de que el gobierno no entiende nada y vuelve a ser duro con los débiles y tremendamente blando con los poderosos que son los culpables de la crisis.