El equipo dirigido por Potro Gutiérrez ganó todos sus partidos de esta Copa
Julio Gómez, el mejor jugador del torneo, seguido de Espericueta y Fierro
Lunes 11 de julio de 2011, p. 2
El Tri juvenil redondeó un Mundial de ensueño y, como en 2005, un puñado de adolescentes llevó hasta el delirio a millones de mexicanos con la conquista del título Mundial Sub-17, ahora en calidad de anfitrión, al vencer 2-0 a Uruguay.
La proeza tuvo marcas para la historia, no sólo por sus siete victorias en mismo número de juegos, sino porque se mostró un futbol con creciente calidad a partir del choque contra Holanda, y pese al irregular inicio en el partido de este domingo, la gran final, al último se impuso el buen toque, la convicción y el hambre de victoria de los pupilos de Raúl Gutiérrez.
El Tricolor tuvo un arranque incierto, plagado de titubeos y pases errados que evidenciaron su incomodidad ante la marca asfixiante de los sudamericanos. La ola, los aplausos y el Cielito lindo bajaron de intensidad ante la inoperancia de los mexicanos que estaban refundidos en su propio terreno sin encontrar salida.
La gente –el jugador número 12– salió al quite con abucheos a los celestes, oles a cualquier acierto intrascendente de los verdes, arengas al grito de ¡México, México!
y tampoco faltó el insulto lanzado a coro contra el portero Jonathan Cubero.
Pero la garra charrúa estaba en lo suyo, aprisionando, con marcación de dos y hasta tres contra uno. Carlos Fierro tuvo un intento por la banda derecha, eludió a un rival, pero fue desarmado por un segundo zaguero. Los uruguayos se daban tiempo de atacar y los nervios parecían hacer presa de los defensas mexicanos.
Carlos Guzmán cedió un tiro de esquina al sentirse amenazado por un raudo avance, el portero Richard Sánchez reventó un par de balones adonde fuera, y ante ese panorama el capitán Antonio Briseño comenzó dar de gritos para ordenar a sus compañeros.
Por fin el zurdo de fino toque Jorge Espericueta explotó el carril izquierdo y en un par de ocasiones llegó para ser desarmado, pero comprobó que la barrera rival no era infranqueable.
Ocurrió un rudo choque de cabezas entre el portero Sánchez y el atacante uruguayo Rodrigo Aguirre, quien quedó inconsciente y fue trasladado al hospital para ser atendido; su lugar lo ocupó Juan San Martín.
Elbio Álvarez, el principal ariete de los sudamericanos, apareció en escena con un tiro cercano al minuto 26. Unos momentos después llegó la respuesta en la primera jugada de calidad que elaboraron los tricolores. Marco Bueno centró retrasado y Fierro definió a un costado.
Sin embargo, al minuto 30 la tensión se disipó. Kevin Escamilla trazó un servicio para Fierro, quien no pudo rematar y con la cabeza recentró para el arribo de Briseño; el capitán definió con la parte interna del pie derecho para que el esférico entrara cerca del poste izquierdo.
En el lleno graderío del Coloso de Santa Úrsula llovieron líquidos, vasos, papel picado y gritos de euforia que casi se congelan ante la réplica del rival, cuando Álvarez cimbró el poste izquierdo de la portería de Richard con potente riflazo.
Pasado el susto estalló el Cielito lindo, aunque el guión del primer periodo pudo tener mejor cierre; no obstante, el tiro de Fierro se escurrió por encima del ángulo superior izquierdo.
Para el complemento, Uruguay no varió su esquema y afanoso intentó el empate; sin embargo, ahora no atacó tanto en bloque, preocupado también por los arribos de México que crecían en frecuencia y peligrosidad.
Hubo momentos en los que poco pasaba en la cancha –ambos cuadros mostraban dificultad para generar ataques importantes–, lo que permitió a los aficionados clamar por la presencia de su héroe: ¡Gómez, Gómez!
México se salvó al minuto 61, cuando en un ataque los uruguayos estrellaron el esférico en el poste izquierdo de Richard; fue un pelotazo sin fuerza, pero que obligó a los tricolores a debatirse para alejar el peligro.
Como si hubiera caído otro gol, así se celebró el ingreso de Julio Gómez, quien de inmediato hizo sentir su educada pierna derecha con un servicio que no prosperó.
El técnico uruguayo, Fabián Coito, realizó su segundo cambio con la entrada de Sebastián Canobra, pero de nuevo fue Elbio Álvarez quien llevó peligro ante el marco mexicano con un servicio para Guillermo Méndez, quien fue desarmado por Richard Sánchez, que antes ya había salvado otra arremetida con un lance a su izquierda.
Los dirigidos por Raúl Gutiérrez se aplicaron a la defensiva y explotaron el carril derecho para atacar, ahora con la habilidad de Julio Gómez, mientras la desesperación empezó a hacer estragos en los celestes, cuyo timonel redondeó sus cambios con el ingreso de Santiago Charamoni.
El Tri estuvo cerca del gol al minuto 82, se armó el tira-tira en el área rival, donde México cosechó un tiro de esquina, no cayó la anotación ni con un posterior tiro de Fierro.
El Potro Gutiérrez también agotó sus relevos con la entrada de Marcelo Gracia y luego de Giovani Casillas. Los verdes se defendían hasta con ocho hombres para bloquear cualquier resquicio, y estos jugadores comenzaron a actuar como si fueran viejos en el oficio, consumieron tiempo, rechazaron balones a tierra de nadie, listos para dar el zarpazo mortal:
En un contragolpe, Casillas recibió pase lateral y definió de forma magistral con una diagonal incontenible para el guardameta Cubero y rubricó el 2-0.
Apenas llegó el silbatazo se vio caer sobre el césped a los jugadores: unos en el colmo de la felicidad, otros con la amargura de la derrota a cuestas.
Gutiérrez se abrazó con sus pupilos, con música de fondo: Cielito lindo y el hoy triunfal sí se pudo, sí se pudo
.
Julio Gómez fue distinguido como el mejor jugador, al ganar el Balón de Oro, mientras el de plata fue para Espericueta y el de bronce correspondió a Fierro.
La Bota de Bronce fue para Adryan (Brasil), por sus cinco goles; la de plata para Samed Yesil (Alemania), seis, y la de oro correspondió a Souleymane Coulibaly (Costa de Marfil), con nueve tantos. El Guante de Oro correspondió al arquero uruguayo Jonathan Cubero.