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El pianista ruso ofrecerá hoy un concierto en la Sala Manuel M. Ponce de Bellas Artes

“Vivir como músico clásico es difícil; el hueso es una opción”: Dudin

“La gente paga a los mejores para que toquen en las bodas de sus ‘hijitos’, como símbolo de prestigio”, abundó el compositor, quien reside en México desde hace casi 21 años

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El programa de Música entre cuerdas, lo integran cuatro obras de su autoría, entremezcladas con piezas clásicas de autores virtuosos, entre ellos Paganini, Bizet y PiazzolaFoto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Domingo 19 de junio de 2011, p. 2

En la memoria de Dimitri Dudin permanece aún muy fresco aquel agosto de 1990. Fue la fecha cuando llegó a México, como parte de ese numeroso éxodo de músicos rusos que arribó al país en el contexto de la Perestroika, el preámbulo del entonces inimaginable desplome de la Unión Soviética.

El suyo es un caso muy diferente al de sus colegas, pues la mayoría, según cuenta, vino directamente contratada por algunos de los directores que viajaron hasta aquella desaparecida nación con el fin de audicionar atrilistas para sus respectivas orquestas, entre ellos Enrique Bátiz y Enrique Arturo Diemecke.

Dimitri Dudin llegó de vacaciones, invitado por su entonces compañero de conservatorio y residencia en Moscú, el hoy director de orquesta mexicano Enrique García Barrios.

La idea, en principio, era pasar sólo un mes; no tenía ni una semana cuando me salió un trabajo y luego otro, entonces decidí quedarme un ratito, y pues en agosto próximo cumpliré 21 años aquí, señala el pianista y compositor, quien este domingo, a las 17 horas, presentará su concierto Música entre cuerdas en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

En realidad, vivimos muy pocos rusos en México. Una vez leí en unas estadísticas que somos alrededor de 3 mil en todo el país, nada, si se compara con el número de emigrantes de otras nacionalidades, señala en entrevista.

La mayor parte de mis compatriotas nos juntamos en círculos muy cerrados, principalmente en los medios musical, científico y deportivo, y no hay contacto entre estos grupos.

De acuerdo con el también arreglista, que lo mismo trabaja en el ámbito clásico que en el popular, a poco más de dos décadas de la llegada de esos primeros grupos de músicos rusos a México es inocultable su contribución al panorama sonoro nacional

La influencia de los músicos rusos en México es muy importante. En particular, en lo que conciernen las cuerdas, instrumentos en los que tenemos una tradición reconocida históricamente, sostiene.

La nuestra es una escuela que ha permeado mucho en el país, pues todos damos clases y varios de mis compatriotas han formado ya varias generaciones. Además, la mayoría de mis paisanos tocan en las principales orquestas nacionales, con lo que no sólo dan el ejemplo, sino que proponen y escogen el repertorio.

No todo ha sido miel sobre hojuelas durante la estancia de Dimitri Dudin en estas tierras, pues si bien en principio disfrutó de tiempos de bonanza laboral, el paso del tiempo lo ha confrontado con largas temporadas de sequía en ese sentido y con la realidad de que, como ocurre por desgracia en gran parte del mundo, aquí es muy difícil vivir siendo músico clásico.

De esa manera, ha logrado sobrevivir haciendo de todo un poco, desde cabaret y acompañando al piano a cantantes académicos y populares –entre estos últimos se encuentran Margie Bermejo y Susana Zavaleta– hasta “componiendo cancioncitas populacheras, haciendo arreglos y orquestaciones y, por supuesto con los huesos”.

Para el artista resulta muy singular esta práctica “del hueso o huesear”, como se le conoce en el argot del ámbito sonoro mexicano a tocar en actos privados como bodas, bautizos y demás fiestas o reuniones sociales, e incluso sostiene que es un fenómeno exclusivo del país, que de unos años a la fecha se encuentra en auge, de moda.

Para nada lo asume como actividad poco digna o insultante para el prestigio ni la carrera de un músico académico, e incluso la considera un reconocimiento a la calidad del trabajo del intérprete.

“¡Cuál pudor! El concertino de la ópera de Bellas Artes no sale de tocar huesos; ya es casi parte obligatoria para los músicos, además de que representa una entrada extra”, explica.

“Incluso es un reconocimiento, porque la gente invita a los mejores músicos para las bodas de sus ‘hijitos’, como símbolo de prestigio. (Esta actividad) nada tiene que ver con el reconocimiento o la falta de éste por parte de las instituciones. Las instituciones son las instituciones y las bodas son las bodas. No hay punto de contacto entre ambos mundos.”

Dimitri Dudin reitera su azoro por el auge que tiene esa vertiente laboral entre los músicos de concierto en México, al grado de que casi es ya una tradición.

“En Rusia no existe algo similar, ni en el resto de Europa, pero aquí es algo insólito; la demanda de ‘eventitos’ es tremenda, como que está de moda, por lo cual debemos estar muy agradecidos.”

Sobre las tarifas, apunta que en el Distrito Federal las actuaciones llegan a alcanzar 800 pesos por hora, que no es mucho, pero tampoco uno se los encuentra tirados en la calle. Digamos que están bien pagados. Ahora, si uno toca tres veces al día en un fin de semana, pues puede vivirse bien. En provincia la paga es mucho mejor, por ejemplo en Acapulco son 3 mil por hora.

Abunda: “Hay hueseros por excelencia, que sólo se dedican a tocar en actos privados; pero también hay músicos respetables: concertinos y principales de las orquestas que lo hacen y no por eso es un desprestigio, pues tienen mucha calidad”.

Ya sobre otro tema, el músico de origen ruso habla sobre su faceta de compositor y describe a la suya como una música para ser disfrutada: “Mis obras no tienen esos rasgos negativos de la obligatoria música contemporánea que da güeva escuchar, creo, hasta para los propios creadores e intérpretes.

No entiendo por qué si es ya tan obsoleta y antigua, muchos compositores se empeñan en seguirla haciendo así. No es mi caso. Mi música a veces es tonal, otras politonal o estilizada, hay de todo; su aspecto auditivo es variado, pero siempre en busca de ser agradable.

Precisamente ese aspecto es lo que el autor e intérprete busca hacer evidente en el concierto Música entre cuerdas, pues el programa está integrado con cuatro obras de sus autoría entremezcladas con piezas clásicas de autores virtuosos, entre ellos Paganini, Bizet y Piazzola.

Para este concierto, Dimitri interpretará el piano y será acompañado por sus amigos, el chelista Vladimir Sagaydo y el contrabajista Alexei Diorditsa: Será un concierto relajado y cómodo, para un ambiente poco formal y agradable, con música divertida.