Encuesta de percepciones y acceso a satisfactores básicos (EPASB) / III
Hallazgo central: consenso en percepciones y desigualdad de acceso
l lunes 13 fue presentada públicamente la EPASB. Ese mismo día se subieron a la página web del Evalúa DF (www.evalua.df.gob.mx) los siguientes materiales sobre la encuesta: una nota general; el boletín de prensa que se preparó para al presentación pública; la presentación con la cual Miguel Calderón y yo expusimos el lunes, en formato pdf; los tabulados básicos organizados en 15 capítulos temáticos; los cuestionarios; y un amplio conjunto de anexos técnicos sobre el diseño muestral, los intervalos de confianza de las variables, y otros aspectos. La base de microdatos se subirá en las próximas horas. Con todo ello cualquier ciudadano podrá analizar los datos y obtener sus propias conclusiones. Del análisis preliminar realizado en el Evalúa DF con la EPASB se derivan algunos hallazgos. Hoy abordaré el análisis por deciles de ingreso.
Antes es conveniente aclarar cómo se ordenaron los hogares para después dividirlos en décimas partes del mismo tamaño, es decir en deciles de ingreso. Se adoptó un criterio de ordenación que no se había usado en México, derivado de una forma novedosa de medición de la pobreza de ingresos: para cada hogar se calcula su propia línea de pobreza (LP) con una fórmula que toma en cuenta tanto el tamaño del hogar (número de personas), como su estructura de edades y sexos, que expresa las diferentes necesidades por sexo y etapa del ciclo de vida (número de adultos equivalentes), pero que además toma en cuenta las economías de escala presentes en el consumo de los hogares grandes (costos más bajos por persona y por adulto equivalente). Un hogar será pobre si su ingreso está por debajo de su propia LP calculada de esta manera. Los hogares mejor situados son aquellos en los cuales el cociente de dividir sus ingresos entre su propia LP es más alto. Es justo este cociente el que se utilizó para ordenar los deciles. Esta manera de expresar el ingreso permite visualizar el nivel de pobreza de ingresos prevaleciente en un área territorial como el punto donde la curva del ingreso corta el nivel de ingresos que equivale a 1.0 veces la línea de pobreza promedio del grupo de hogares. Todos los hogares en valor 1.0 o superior son no pobres, los que están por debajo son pobres.
En la gráfica 1 presento el ejemplo del rubro libros para toda la familia
que expresa un comportamiento frecuente, quizás prototípico, de tres indicadores que se construyen a partir de la EPASB: percepción del rubro como necesario; acceso del hogar al rubro; y razón de no les alcanza
entre quienes no lo tienen, los tres expresados en por cientos por deciles. Además de los datos originales por deciles y los tramos de recta que los unen, he incluido la línea (recta) de tendencia, y el coeficiente de determinación (R2) que expresa qué tanto de la variación de la variable dependiente (por ciento de necesarios, por ciento que lo tienen y por ciento que no lo tiene porque no le alcanza) es explicado por la variable independiente que es el decil de pertenencia. En muchos rubros he encontrado el comportamiento que en el ejemplo se aprecia. En primer lugar, se observa un grado importante de consenso en la percepción del rubro como necesario, pero hay una leve tendencia a que el por ciento que lo considera necesario aumente a medida que nos movemos del decil I al X. En el ejemplo, es muy leve pues es de sólo 2.5 puntos porcentuales entre los valores extremos (72.7 por ciento y 75.2 por ciento). La R2 es relativamente baja: 0.42. El rubro impermeables tiene un rango un poco
En la gráfica 2 he simplificado el esquema de este tipo de resultados en términos de tres líneas rectas que reflejan aproximadamente lo observado en las tendencias lineales interpoladas en la gráfica 1 y en muchos otros ejemplos. En ambas gráficas se observa que en los deciles bajos hay una enorme brecha entre los que usan un rubro y los que expresan que son necesarios, que constituye la carencia de satisfactores necesarios socialmente percibida y de manera indirecta reconocida. En materia de libros, la brecha así concebida (cercana a la interpretación de B. Halleröd, de Suecia), sería de más de 40 puntos porcentuales en los primeros deciles y de sólo un poco más de 10 puntos en el decil 10. Otra interpretación (que prevalece en el Reino Unido donde se originó el enfoque) de la carencia social adopta la regla que cualquier rubro que reciba más de 50 por ciento de los votos
como necesario debería ser poseído o usado por todos los hogares. Con esta interpretación, el porcentaje de carenciados en materia de libros iría de poco más de 60 por ciento a poco menos de 40 por ciento. El tercer indicador, el porcentaje de quienes no teniendo el rubro reconocen la carencia como carencia forzada (quieren el rubro pero no lo pueden adquirir), muestra que ésta afecta a la mayor parte de los hogares que no tienen el rubro (lo conciban o no como necesario para todo los hogares) en los deciles bajos y sólo a una minoría en los altos. De esta manera la brecha subjetiva entre pobres y no pobres se amplía; en efecto, en materia de libros (con la interpretación británica) en el decil X carecen de acceso a libros 37 por ciento de los hogares, pero sólo 22.5 por ciento de ellos perciben esta carencia como forzada (la inmensa mayoría de ellos no tienen libros porque no quieren tenerlos), de tal manera que sólo 8.3 por ciento del decil sufriría carencia forzada (0.37* 0.225). En cambio, en el decil II, del 60.8 por ciento que carece de libros (en la interpretación británica) 68.4 por ciento es porque no le alcanza, por lo cual 41.6 por ciento (0.608* 0.684) padece carencia forzada, 5 veces el nivel del decil X.
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