Domingo 5 de junio de 2011, p. a16
Muerto Mahoma (632 dC), la lucha por el poder se desata en Medina, la ciudad de las montañas desérticas del Hijaz, noroeste de la península arábiga.
El suegro del fundador del Islam, Abu Bakr, se convierte en el califa. Alí, el sobrino y mejor discípulo de Mahoma, queda marginado y no tiene más remedio que plegarse y sumarse a las conquistas territoriales en el nombre de la nueva religión.
Una de las viudas de Mahoma, Aisha, también forma parte de la lucha política. Al principio no le queda más que permanecer al lado de su padre, pero a la larga empuñó su propia espada para impedir que Alí asumiera el califato.
La autora de esta novela es una doctora en estudios árabes e islámicos. Las editoriales temieron represalias de musulmanes radicales por publicar su obra (La joya de Medina, 2009, fue su carta de presentación), pero el miedo cedió ante el valor de la recuperación histórica de los hechos, más allá de brillantes expresiones literarias.
Aisha fue una mujer respetada. Tras la muerte de su esposo y de su padre, la gente la aclamaba en las calles con el grito de ¡Madre de los creyentes!
No mostró ambiciones de poder mientras Alí no se quedó expuesto como posible sucesor, pero cuando el sobrino de Mahoma estuvo en esas condiciones, Aisha formó un ejército de miles de hombres para aniquilarlo.
Pese a sus diferencias, Aisha y Alí creyeron siempre que los sucesores de Mahoma (Abu Bakr, Umar y Uthman) carecían de legitimidad y no habrían sido dignos de la gracia del gran primer califa del mundo islámico, una investidura que habría de perdurar hasta el siglo XX, cuando Gran Bretaña y Francia desmantelaron el imperio turco-otomano.
Aisha nunca se rindió, pese a que su ejército fue derrotado por las fuerzas de Alí en 656 dC, cuando finalmente él llega al califato, respaldado por quienes en adelante serán conocidos como chiítas, partidarios de la recta interpretación del Islam y hoy.
Título: Aisha y Alí
Autor: Sherry Jones
Editorial: Ediciones B
Pp. 332