El peligro de olvidar
se crimen no lo vamos a olvidar ni a perdonar nunca. Nunca, dijo Neruda en 1937, en París, en el primer aniversario del infame fusilamiento del poeta Federico García Lorca, y lo decimos nosotros ahora, al cumplirse dos años del asesinato de 49 niños y del daño de por vida a otros 75, en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora; también al cumplirse 27 años del homicidio de Manuel Buendía.
Hay una moral de la memoria. Los recuerdos son una dimensión central de la vida individual y social. Gracias a la memoria somos seres históricos; por ella existen la cultura y la ciencia, la ética y la ideología. La memoria es un signo distintivo de humanidad. Somos lo que recordamos.
Por eso son necesarios museos, monumentos y rituales, como el juicio ciudadano del pasado domingo en el Zócalo capitalino, en el que se juzgaron culpables tanto al Estado y al IMSS como a funcionarios y empresarios que, con falta de ética, negligencia y acuerdos corruptos, provocaron el crimen imperdonable de los inocentes que estaban bajo su custodia.
También el 30 de mayo pasado se repitió el encuentro anual de periodistas en el monumento a Francisco Zarco, para recordar el asesinato de uno de los más grandes periodistas de México, don Manuel Buendía.
Es peligroso olvidar, porque “…Las cosas se van a volver a repetir, si no hay un sustento ético, una valoración de la existencia que lo impida”, escribió Héctor Schmucler en La memoria: un problema moral.
No olvidar es el gran recurso de la memoria para proteger a los que vienen andando: a todos los niños de todas las guarderías y, en este caso, a todos los periodistas que aman y conocen el valor de su oficio. Niños y periodistas, personajes afectos a la verdad y a las preguntas.
Que sepan, quienes apuestan al olvido, que el tiempo recrudece el recuerdo de lo que no tiene perdón. Calderón, Bours, Molinar Horcasitas, Karam y Rochin; los empresarios, amigos de Calderón: Marcia Gómez del Campo, A. Salido, Sandra Téllez, Gildardo Urquídez y Escalante Hoefer van a saber que el repudio por su conducta crecerá con el tiempo, se expandirá y los perseguirá más allá de nuestras fronteras. Ese es el destino de los asesinos.
Punto y aparte: Hoy les comparto, con gran alegría, que he sido elegida, por destacados colegas, directora de la Casa de Derechos de Periodistas AC. También, con ese motivo, hago mío aquí el pensamiento de Manuel Buendía, inscrito en el monumento a Zarco: “No entiendo un periodismo sin ideales…”