a primavera árabe tiene sus secretos. Turquía y Qatar han desarrollado una rabia apasionada hacia el régimen sirio de Bashar Assad –de hecho, los turcos tienen planes de establecer un refugio seguro
en territorio sirio si temen que una ola de refugiados se acerque a su frontera–, en tanto los árabes del golfo sospechan que Argelia podría estar rearmando a Libia en secreto. Turquía cree que Assad ha incumplido dos veces su promesa de sacar de las calles sirias a los esbirros armados que comanda su hermano, y la información sobre el levantamiento sirio en la televisora qatarí Al Jazeera ha indignado tanto a los sirios, que han bloqueado proyectos de inversión de Qatar en su país por unos 7 mil millones de dólares.
Las fuerzas armadas de Qatar apoyan ahora a los rebeldes libios en la ciudad porteña occidental de Misurata; sus oficiales entrenan guerrilleros en el perímetro de la zona de combate. No se ha emitido un comunicado oficial sobre este involucramiento qatarí, aunque el emirato del golfo tiene seis cazabombarderos Mirage estacionados en Creta que realizan vuelos de ataque hacia Libia. El temor de que Argelia esté proveyendo de tanques y transportes blindados al régimen de Kadafi, a través de la frontera común de mil 200 kilómetros en el desierto, está detrás de la reciente visita del emir de Qatar al presidente argelino Abdelaziz Bouteflika, cuyo ejército está mejor equipado que el de Kadafi. Las armas que los árabes del golfo creen que Argelia ha entregado al régimen libio en alguna medida explicarían el lento progreso de la OTAN en su campaña aérea contra el dictador.
Más serios, quizá, son los planes turcos de establecer una zona de protección
en el norte del territorio sirio si el levantamiento popular se transforma en una guerra civil en forma. Turquía recuerda con horror las semanas en las que miles de kurdos iraquíes cruzaron sus fronteras luego que Saddam Hussein soltó sus fuerzas contra ellos a raíz de la liberación de Kuwait, en 1991. Miles murieron en las montañas heladas y sólo un refugio creado por Estados Unidos en el norte de Irak permitió a Turquía repatriarlos.
Al igual que en el norte de Irak, parte de la población del norte de Siria es kurda; muchos creen que Assad no tiene intención de cumplir su promesa de concederles la ciudadanía, y las fuerzas turcas en el sureste de su país combaten todavía con sus propias guerrillas kurdas en las montañas; no desean que más kurdos sin Estado crucen la frontera.
En apariencia, Assad ha prometido a los turcos que hablará en público de retirar las tropas de las calles, pero no lo ha hecho, lo cual ha enfurecido en particular al ministro turco del Exterior.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya