La mirada del escritor inglés Malcolm Lowry sobre México, país donde en 1947 escribió la novela Bajo el volcán, fue lo que captó el interés del actor y director David Hevia para crear la pieza dramatúrgica Por el gusto de morir bajo el volcán, obra en dos actos que realiza temporada en el teatro Helénico.

Bajo el volcán no es un trabajo de investigación antropológica o que describa al país desde un punto de vista sociológico o folclórico, sino una mirada desde el dolor, también el alcoholismo.

Pero Lowry (1909-1957) y, por tanto, su trágico protagonista el ex cónsul británico Goffrey Firmin, sufren aquí la condición de extranjería, lo que hace preguntar: ¿qué significa ser extranjero en un país como México, tan rico, tan variado, donde se puede encontrar el paraíso y el infierno?

David Hevia, quien realizó parte de su carrera en Alemania, pues de 1993 a 2001 perteneció a la compañía Theater An Der Ruhr, mediante una relectura de esa novela sintió necesidad de expresar esta sensación de ser extranjero en todas partes, de no ser comprendido, pero no sólo por el idioma o las costumbres, sino profunda y metafísicamente.

Y empezó a soñar con Bajo el volcán como una puesta en escena: Más que una adaptación hago una dramaturgia, pues hubo que hacer los diálogos y proponer las atmósferas para que dieran las situaciones sobre el escenario.

Verdad y destrucción

Por el gusto de morir bajo el volcán, escribe Sandra Schiffner, transcurre en el último día en el que el rencuentro de tres personajes termina por vulnerar los territorios más susceptibles del corazón humano. La confianza rota, las insubsanables heridas por las traiciones, el abandono físico y espiritual, la obligación de la apariencia insostenible y el acceso último a la verdad mediante la destrucción absoluta.

La puesta se sitúa en el desaparecido hotel Casino La Selva, en Cuernavaca, en la víspera del Día de Muertos.

Hevia, asevera, es “absolutamente fiel a la novela. Conservo los personajes principales: Firmin, Ivonne, su mujer; Jacques Laruelle, el amante francés; Hugh, su medio hermano, y el doctor Vigil.

“Además creo uno, Lowry, el narrador que de repente habla consigo mismo en la forma del ex cónsul a una suerte de alter ego, un personaje mefistofélico con quien habla como una conciencia oscura pero al mismo tiempo socarrona y simpática que también es material histriónico que podemos ver en los dipsómanos.

“Conservamos evidentemente el argumento puro de la novela. De hecho, se tuvo que pedir permiso para hacer esta adaptación, que es revisada, conservando los elementos fundamentales de la novela.

Se trata de una visión mía, una interpretación, dado que también soy mexicano. Entonces esta cuestión es la que me impulsa a hacer esto, mi relación con este país que también es de amor-odio, de paraíso-infierno.

Derecha intransigente

Para David Hevia también es de llamar la atención que “el personaje principal de la novela tiene un enorme deseo de naturalizarse mexicano e irse a vivir con los indios, como William Blake en Estados Unidos. Esto también es algo que hoy día todavía no hemos superado.

“La novela está ubicada en los años 30 del siglo pasado, en una época muy convulsionada, con el surgimiento del fascismo, que entra de manera subrepticia.

El ex cónsul es foco de esta atención política de esa derecha intransigente que existe en México, de esta clase media medio ilustrada, con atavismos religiosos muy fuertes, encarnados en el personaje del doctor Vigil.

Por el gusto de morir bajo el volcán se presenta los lunes a las 20:30 horas en el teatro Helénico (avenida Revolución 1500, colonia Guadalupe Inn).

La temporada concluirá el 25 de julio.