ara casi todos los que deambulamos en esta apretada urbe, Santa Fe es una zona que pareciera ajena al Distrito Federal. La Galería Pi se ubica en la planta baja de un edificio en avenida Santa Fe 481 y fue inaugurada con una exposición de trabajos recientes de Alfonso Mena Pacheco, quien vive en Nueva York desde hace cinco años y se desplazó desde hace meses a trabajar en ese mismo recinto aquellos que son de formato amplio, utilizando el espacio como taller.
No son enormes, como el que lo representa en el proyecto Akaso, que desde mañana se exhibe en el Museo del Chopo. Ilustran una de las varias opciones que Mena favorece. Une efectos logrados con instrumentos propios de la gráfica al procedimiento llamado transfer, que deja las huellas de los objetos elegidos con el propósito de que quede algo de sus configuraciones en el soporte. El método, que ha sido propio de pintores de primera línea, se alía a la pincelada y al trazo dando a las piezas la apariencia de técnicas mixtas.
Son obras complejas que sacan a relucir, en primer término, las técnicas y modos de hacer con los que fueron realizadas, aunque esto por sí sólo no es lo que les confiere plasticidad. Con aproximadamente 30 años de trayectoria, este artista trabaja sus superficies a partir de evidente talento para el diseño. Me refiero al “disegno interno” del que hace casi cinco siglos hablaba Vasari. Eso implica que la base tiene que ver más que nada con el dibujo, tomado como eje que permite en primer término poblar un espacio; ya vendrán después, o en forma simultánea, los medios con los que se alimentan las zonas.
La complejidad se refiere al uso de dos, tres o más motivos que van desde las retículas armadas con precisión, hasta las incursiones de formas, sean o no premeditadas, que van prodigándose sin reiterarse. Así sucede en Árbol-raíz I, tríptico en sentido vertical, o como el contraste que ofrece Sinestesia I, palabra de Baudelaire que significa la transferencia de sensaciones recibidas o percibidas sensorialmente, sin que eso ocurra a través del estímulo propio de un mismo campo sensorial, sea táctil, olfativo, etcétera. Aquí el estímulo partió del color púrpura.
He hablado de dibujos: se exhiben buen número de obras sobre papel, colocadas en un enrejado propio del recinto, que divide un muro en compartimentos de piso a techo. Éstos se cubrieron con fondos plomizos o negros funcionando como soportes de los papeles. No hay sólo dibujos a línea, a veces son manchas compensadas con elementos geométricos, como sucede en Estrategia, en tanto que Molde patrón II es un grafito y tinta delicado que en efecto evoca los patrones de moda utilizados por sastres; los hay que juegan con las letras del alfabeto y pueden contener enunciados entre los que destaca al alusivo a la sexualidad, no legible por completo al velar en cierto modo la transposición directa de un pensamiento de Baudrillard.
Los hay sencillos, sin llegar a ser elementales y otros, por el contrario, ofrecen tupidas referencias trabajadas incluso mediante collage.
Una modalidad más corresponde a la inclusión de volúmenes en obras generalmente de pequeño formato integrando conjuntos. Hay uno precioso (y preciosista) efectuado sobre pequeñas tablas de madera cubiertas de hoja de platino, en la que los volúmenes son también platinados. De igual tamaño se le anexa el referido a los órganos sexuales femeninos, minúsculas tallas en madera que simulan estar hechas de material moldeable, como la plastilina.
En todo campea el artificio, que es lo que confiere la estética de lo propuesto. Entre las piezas de tamaño reducido, que no se integran a conjuntos, como Cuadrado negro y Cubo de hielo, hay secciones a la encáustica también presentes en otras composiciones, que provocan efectos, ahora sí que sinestésicos, vinculados a lo lunar.
A propósito, el tríptico de las pesadillas (Nightmare quiere decir textualmente yegua de la noche) es predominantemente blanco y negro y los elementos están pintados sobre terciopelo sin que este material parezca serlo. Los blancos y medios tonos son a la encáustica y dos de estos están obsesivamente punteados, uno en verticales y otro en espiral de Frazer.
Acertado modo de trasponer mecanismos del sueño y también del insomnio.
Lo expuesto se divide teóricamente en tres apartados: historia de las cosas
, seducción
y razón
. Me parece sofisticada y algo forzada la división, pero en cambio el título general de la exposición: Historia de las cosas (alusión a fray Bernardino de Sahagún) es un acierto, porque ideación y procederes están objetualizados, como si contaran la historia de su gestación.