Tras el asesinato del líder de Al Qaeda, alerta mundial frente a posibles atentados
A redoblar esfuerzos por la seguridad, llama Hillary Clinton a naciones aliadas
enemigo número unode EUFoto Ap
Martes 3 de mayo de 2011, p. 2
Nueva York, 2 de mayo. El presidente Barack Obama obtuvo el gran trofeo militar y político de la década después de autorizar una operación que logró asesinar a Osama Bin Laden en un país soberano sin autorización del gobierno aliado
.
Con ello se marca el final del primer capítulo de la llamada guerra global contra el terrorismo
proclamada por George W. Bush y gobiernos europeos, después del peor ataque desde el exterior contra el territorio estadunidense en la historia, que destruyó las Torres Gemelas en Nueva York y un costado del Pentágono ese cristalino día del 11 de septiembre de 2001.
Pero Obama y su equipo de seguridad abrieron a la vez un segundo capítulo al emitir una alerta mundial y nacional frente a la amenaza de ataques contra objetivos estadunidenses para vengar la muerte de Bin Laden, y advirtió que aunque éste fue el logro más significativo
hasta la fecha para derrotar a Al Qaeda, no hay duda de que la red seguirá planeando atentados contra nosotros. Debemos permanecer atentos tanto en casa como en el extranjero y así lo haremos
.
Esta mañana, Obama declaró que es un buen día para Estados Unidos
y que la muerte de Osama Bin Laden hace del mundo un lugar mejor
, ya que es más seguro
. Y convocó el nacionalismo: hoy nos recordamos que como nación no hay nada que no podamos hacer si nos decidimos a lograrlo, cuando recordamos el sentido de unidad que nos define como estadunidenses
.
A su vez, Hillary Clinton, secretaria de Estado, al festejar el logro también advirtió que la cooperación con aliados, incluido Pakistán –a pesar de renovadas dudas aquí sobre si ese gobierno ayudó o no en el esfuerzo por capturar o matar a Bin Laden–, tiene que continuar en la lucha antiterrorista mundial, ya que no debemos olvidar que la batalla para poner fin a Al Qaeda y su consorcio de terror no acabará con la muerte de Bin Laden
. Ahora, dijo, hay que redoblar esfuerzos
.
Todo líder político del país, de ambos partidos, desde legisladores hasta alcaldes, se vio obligado a festejar el asesinato, aun si era opositor político del presidente. Obama intentó de inmediato usar este triunfo para resucitar ese clima de unidad nacional y patriotismo que imperó inmediatamente después de los atentados del 11-S.
“USA, USA, USA”, coreaban manifestantes que al escuchar la noticia anoche comenzaron a congregarse frente a la Casa Blanca (donde también algunos cantaron We are the Champions, de Queen), así como en la zona cero de Nueva York, y entonaron el himno nacional. Un restaurante neoyorquino ofreció 25 por ciento de descuento en la comida en celebración por la muerte de Osama
. En un partido de beisbol nocturno entre los Mets y los Filis, cuando se dio la noticia de la muerte de Bin Laden, los asistentes se pusieron a corear consignas patrióticas.
El dramático anuncio de Obama ante las cámaras de televisión en la Casa Blanca de que “Estados Unidos realizó un operativo que dio muerte a Osama Bin Laden”, poco antes de la medianoche el lunes, tendrá impactos políticos tanto dentro como fuera de Estados Unidos. Bin Laden fue la figura que provocó un cambio radical dentro de este país y rescató el capital político de George W. Bush y su círculo neoconservador, quienes lograron una de las reformulaciones más dramáticas de la política exterior e interior en tiempos recientes.
Los atentados del 11-S ordenados por Bin Laden definieron la política exterior durante la ultima década y fueron la justificación de una guerra en Afganistán –ahora la más larga en la historia de Estados Unidos– y otra en Irak, la más costosa en más de medio siglo. También justificó una nueva política de ataque preventivo
contra cualquier objetivo o país que Washington hubiera determinado como terrorista
, con la famosa consigna de que están con nosotros o están con el enemigo
. Igualmente fue motivo de secuestros clandestinos por la CIA de cualquier sospechoso, así como su detención indefinida en cárceles secretas en varios puntos del mundo, donde fueron sujetos a tortura y desapariciones, como en Guantánamo, en violación de leyes internacionales y derechos humanos.
Internamente, Bin Laden y su red fueron la justificación de la mayor reformulación de políticas de seguridad pública, incluida la fundación de la secretaría más grande después del Pentágono en la burocracia federal: el Departamento de Seguridad Interna, así como la promulgación de la Ley Patriótica y otras que redefinieron el poder del gobierno en el ámbito de espionaje interno y limitaciones a derechos individuales, e incluso algunos constitucionales.
Dentro de Estados Unidos, el trofeo obtenido anoche tiene enorme impacto político al arranque de las campañas (en el caso de Obama, relección) presidenciales que culminarán a finales de 2012. A la vez, algunos recuerdan que los expertos pronosticaban un triunfo inevitable de George Bush padre en 1992 después de ganar
la primera guerra en el golfo Pérsico contra Irak, pero fue derrotado por Bill Clinton.
Con todo, la muerte de Bin Laden es un triunfo político para Obama, que por ahora será el logro más elogiado de su presidencia, y su imagen de líder
recibirá enorme impulso. Pero aun así, como señaló el Washington Post, no alterará el debate político estadunidense que se perfila para las elecciones de 2012, ya que el estado de la economía permanecerá como el tema más importante.
Mientras tanto, en el rubro de política exterior y de seguridad nacional
, a juzgar por las declaraciones de Obama y la cúpula política de este país, la muerte de Bin Laden abre un nuevo capítulo muy parecido al anterior y no tendrá impacto sobre las políticas bélicas, de inteligencia y de seguridad pública ni sus consecuencias en el rubro de derechos civiles y humanos dentro o fuera del país.
El hecho de que Washington afirmó una vez más su derecho de realizar un operativo militar en otro país para capturar o asesinar a un extranjero o cualquier otro objetivo parece comprobar que ciertas doctrinas no cambian a pesar de la alternancia en el poder.