egún notas de La Jornada de los días miércoles 27 y viernes 29, el gobierno de la ciudad decidió dar marcha atrás en la venta de un tramo de la calle Enrique Rébsamen, en la colonia Del Valle. Enhorabuena. Agrega la primera nota que se prepara, seguramente por la competente consejera jurídica, la documentación para rescindir el contrato que ya se tenía celebrado y hasta estaba cubierto el precio por parte de la compradora, Comercial Mexicana.
La rectificación indica sensibilidad y respeto por la opinión pública, al menos en este asunto; no hay duda de que la argumentación inicial con la que se trató de justificar la operación no convenció a nadie. Se dejó a un funcionario intermedio, quién dijo algo que enfadó más a los vecinos de la colonia Del Valle y a quienes escucharon o leyeron la explicación. Dijo el funcionario que más del noventa por ciento de los que usan la calle que pretendió privatizarse son clientes de la tienda compradora y sólo un pequeño porcentaje son ajenos a dicho negocio y usan esa vía para transitar por ella sin intención de entrar a la Cómer.
Con un solo ciudadano que la usara era suficiente para que la calle no se vendiera, pero en caso de una vía pública no sabemos cuántas personas y por qué motivo pueden pretender usarla mañana; los mismos clientes de la tienda transitaban por ella para ir al negocio y si la venta se hubiera mantenido tendrían forzosamente que pagar por el uso de lo que ya sería un estacionamiento privado. La argumentación que se dio era insostenible, la rectificación es plausible y puede ser un precedente para casos de otros rumbos, la supervía de cuota y el parque en Azcapotzalco.
Falta saber también qué se hará con la calle de la colonia Hidalgo, conocida como colonia de los Doctores, de la que Televisa se apropió hace años y que según parece, recientemente también fue objeto de transacción mercantil.
Tampoco es válido decir que lo que ahora no produce impuestos, la vía pública, ya los causaría si fuera propiedad privada; con ese razonamiento, cuántos monumentos, edificios y plazas serían ambicionados por los particulares, aun cuando tuvieran que pagar predial por poseerlas. Recuerdo a un personaje que pretendía convencerme de que el Mercado Juárez, que se encuentra en avenida Chapultepec frente, precisamente, a Televisa, produciría un altísimo impuesto predial si fuera de esa empresa, que seguramente lo ambiciona, aun cuando los vecinos de la zona se quedaran sin su tradicional mercado.
Conviene recordar la clasificación de los bienes que hace el Código Civil del Distrito Federal en atención a las personas a las que pertenecen; hay bienes del dominio público y bienes propiedad de los particulares: Los primeros pueden ser de uso común, como calles, carreteras, parques o avenidas; otros son los destinados a un servicio público como escuelas, hospitales, mercados, oficinas, etcétera y hay también algunos bienes propios del dominio público que ni son de uso común ni están destinados a un servicio público, de ellos se puede disponer libremente.
Los bienes de uso común son imprescriptibles e inalienables, esto es, que no se pueden perder por el paso del tiempo y que tampoco se pueden enajenar por cualquier título, incluida, por supuesto, la venta. En principio, una calle no se puede vender. Ciertamente, hay un discutible procedimiento administrativo para desincorporarla del uso público y convertirla en bien propio, de tal manera que así se pueda enajenar.
Esto, sin embargo, sólo podría llevarse a cabo con una clara justificación, que en el caso no existe y aun cuando esta explicación se encontrara, se ve muy mal que un gobierno venda calles o caminos o puertos. Al menos no es ni político ni congruente con la búsqueda del bien de la colectividad, que es el fin de todo gobierno.