Durante la dictadura fue figura clave en las operaciones criminales contra los exiliados
Falleció por 15 puñaladas en cuello, tórax e intestinos; se encontraba en libertad condicional desde 2007
Fue condenado a cadena perpetua en 2005 por las muertes del general Carlos Prats González y su esposa
Sábado 30 de abril de 2011, p. 22
Buenos Aires, 29 de abril. El ex agente de la inteligencia chilena Enrique Lautaro Arancibia Clavel, figura clave aquí para las operaciones criminales de la dictadura de Augusto Pinochet en los años 70, fue encontrado asesinado esta mañana en un departamento de Buenos Aires, en una acción en que no se hallaron rastros de robo pero que podría tener otras implicaciones.
Arancibia Clavel, que murió a causa de más de 15 puñaladas en cuello, tórax e intestinos, estaba en libertad condicional, después de ser condenado a cadena perpetua en 2005 por su participación en el asesinato del 30 de septiembre de 1974 del general chileno Carlos Prats y su esposa Sofía Cutbhert, ambos refugiados en Argentina y perseguidos por Pinochet.
Su participación en ese atentado criminal, en que se hizo estallar el vehículo de los esposos Prats, quedó comprobada durante el juicio que se realizó en Buenos Aires después de ser detenido en 1996.
En esa acción, en donde participaron también el ex agente Michael Towley, de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos y de la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina, policía política de la dictadura pinochetista), militares chilenos, agentes de seguridad argentinos y la parapolicial Alianza Anticomunista (Triple A), se considera como un ensayo criminal de lo que sería la Operación Cóndor, la coordinadora de las dictaduras del cono sur.
También había sido condenado en otro juicio donde se le agregaron 12 años por el secuestro de las chilenas Sonia Díaz y Laura Helgueta, en la Operación Cóndor.
Libertad condicional
Sin embargo, en 2007 una jueza decidió su libertad al interpretar que cuando fue detenido regía en la Argentina la denominada ley del dos por uno
, pero un fiscal cuestionó esas cuentas y el pasado 21 de diciembre el procurador general, Esteban Righi, consideró erróneo tal proceder judicial y advirtió que Arancibia Clavel debería volver a la cárcel. En eso se estaba en estos momentos.
En Santiago, el asesinato del antiguo espía y represor chileno causó consternación tanto en sus víctimas, su familia y el gobierno de Sebastián Piñera.
Cecilia Prats, la hija del general Carlos Prats, dijo que de momento no haría declaraciones porque estamos demasiado impactados
. La abogada de la familia Prats, Pamela Pereira, pidió investigar la vida que llevaba el ex agente en Argentina y los lazos que tenía.
María Antonieta, una de las hermanas de Arancibia Clavel, dijo escuetamente a la prensa que estamos consternados
.
A su vez, el gobierno de derecha del presidente Sebastián Piñera se declaró conmovido. El ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, dijo que si bien el ex agente había sido condenado por su participación en un crimen estremecedor, el asesinato de que fue víctima en Argentina nos conmueve
.
Perteneciente a una familia de militares que ocuparon altos cargos políticos en Chile, Arancibia Clavel salió de su país y se refugió en Buenos Aires cuando estuvo complicado en el asesinato del general René Schneider en 1970, ejecutado por orden de Estados Unidos, como ya está documentado, para tratar de impedir que asumiera el gobierno el presidente socialista Salvador Allende.
Durante la dictadura fue brevemente detenido en 1978 en pleno conflicto entre Argentina y Chile por el canal de Beagle y los militares argentinos sospecharon de sus amigos
chilenos. Para salvarse, Arancibia Clavel dio testimonio de su tarea de espiar y actuar contra chilenos refugiados en Argentina.
Además, reconoció su participación en la llamada Operación Colombo de 1975, en la que detalló su actuación con la complicidad y el apoyo de la Triple A y grupos nacionalistas de ultraderecha, y dio varios nombres locales y comprometió incluso a la Interpol.
Estos documentos fueron encontrados en Chile años más tarde y permitieron a organismos de derechos humanos de ese país llevar ante la justicia el caso de la Operación Colombo.
Predecesora de Cóndor, esta fue una acción de guerra sicológica contrainsurgente armada por Pinochet, la CIA y aliados locales cuando la Organización de Naciones Unidas (ONU) exigió conocer el paradero de 119 chilenos plagiados en su país y desaparecidos.
Entonces se hicieron aparecer cadáveres quemados en Buenos Aires para impedir el reconocimiento de huellas digitales, a los que se colocaron documentos falsos que los identificaban como cuatro de los chilenos que pedía la ONU y con carteles como que habían sido asesinados por grupos chilenos de izquierda en Argentina.
Luego se hizo publicar la noticia en una revista que sólo salió una vez aquí bajo el nombre de Lea, que se conoce ahora fue impresa en una empresa del creador de la Triple A, José López Rega, donde se decía que los izquierdistas chilenos
se mataban entre sí.
Un diario del sur de Brasil escribió sobre unos 69 chilenos muertos en enfrentamientos
en la zona cordillerana cuando supuestamente intentaban armar una guerrilla contra Pinochet, los cuales también estaban en la lista de la ONU.
Nunca existió enfrentamiento, nada era verdad, pero la maniobra incluía la cooperación de los diarios El Mercurio, La Tercera, La Segunda y otros en Chile, a los que recientemente se impusieron sanciones por esa grave complicidad.
Este caso no ha sido juzgado aún y las copias de las declaraciones de Arancibia Clavel cuando fue detenido en 1978 y otros papeles fueron robados del juzgado de Servini de Cubría, quien había ordenado su detención en 1996. Pero quedan los originales en Chile.
Durante el juicio se cuidó de dar nombres, aunque cargaba demasiados secretos y muchos deben haber temido su regreso a la cárcel.
Muchos secretos se han ido con él y aunque podría tratarse también de un crimen pasional, es imposible no recordar el caso del ingeniero chileno Eugenio Berríos, quien logró producir gas sarín cuando era químico de la Dina y luego fue llevado a Uruguay en 1992, cuando hablaba demasiado
.
Hasta Uruguay llegó la mano de Pinochet, como en tiempos de la Operación Cóndor, y cuando Berríos intentó escapar de su confinamiento intervinieron militares uruguayos, que se lo llevaron y lo que quedaba de sus restos aparecieron en 1995 en una playa de ese país. Se determinó que antes de morir había sido terriblemente torturado. Las sombras regresan otra vez.