Todavía después de su muerte, ocurrida el primero de abril de 2009, continúan las aportaciones de Marcos Moshinsky a la ciencia y la educación de México: el pionero de la investigación en el país de la física dejó en herencia medio millón de dólares (alrededor de 6 millones de pesos) para apoyar a nuestros jóvenes estudiantes, recursos con los que se creó una fundación que lleva su nombre.

Moshinsky encargó la tarea a un grupo de académicos, encabezado por Alejandro Frank, director del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En entrevista, Frank dijo que gracias a esa importante semilla, legada por Moshinsky, la UNAM y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) aportarán, en principio, una cantidad equivalente. En su primer año, el programa de becas del proyecto apoyará a tres jóvenes investigadores del país en las áreas de física, matemáticas y químico-biológicas.

El científico universitario –quien fue alumno del físico y posteriormente su colega– indicó que Moshinsky estaba convencido de que el papel de los países en el desarrollo del mundo no estaría determinado por su extensión o riquezas naturales, sino por su capacidad de crear y aprovechar la ciencia.

La materia gris, la materia más valiosa de un país

La materia prima más valiosa de un país es la materia gris de sus habitantes, y la misma se vuelve valiosa sólo por medio de la educación, decía Marcos Moshinsky, investigador emérito de la UNAM.

La intención del proyecto es imitar en parte el considerable apoyo que la fundación Guggenheim otorga a la trayectoria de jóvenes promesas de la ciencia, la cultura y el arte, aseveró el director del ICN.

Las becas Moshinsky no pretenden premiar el final de trayectorias brillantes, sino impulsar a investigadores exitosos en pleno ascenso, con alto potencial y logros probados, de quienes se espera contribuyan al desarrollo científico y que seguramente continuarán produciendo mucho más, aseveró Frank.

Moshinsky (quien nació en Kiev, Ucrania, el 20 de abril de 1921, y vino a México a los tres años) hizo su patrimonio con lo que ahorraba de su sueldo de académico universitario. Debido a su amor por la UNAM, la educación y México, el científico dejó parte de éste para el impulso de una asociación que apoye a los investigadores de todo el país.

Piden sumar esfuerzos

Los montos de las becas serán importantes; se entregarán a los ganadores en una sola exhibición. El director del ICN confió en que otros sectores, incluido el privado, pronto se sumen a este esfuerzo para que la idea del connotado físico mexicano perdure muchos decenios.

Es una manera de no olvidar su nombre. Él mostró a los investigadores mexicanos que es posible hacer ciencia de primer mundo.

Además de Frank, quien presidirá la fundación, en el proyecto participan otros cinco universitarios que fueron alumnos o colaboradores de Moshinsky: Jorge Flores Valdés, Guillermo Monsiváis Galindo, Pier Mello Picco, Octavio Novaro Peñalosa y Thomas Seligman Schurch.

La convocatoria para las primeras tres becas Moshinsky se emitirá en breve y los ganadores serán escogidos a partir de un riguroso proceso de selección en el que serán evaluados por un comité de científicos reconocidos en las disciplinas participantes. Estos becarios serán símbolo de la importancia del talento y creatividad.

El académico universitario aseveró que la Fundación pondrá su mejor empeño para incrementar cada año el número de reconocimientos, así como para realizar otro tipo de actividades de fomento a la ciencia mexicana. Por ello, exhortó a organizaciones, investigadores, instituciones de educación, entidades gubernamentales y al sector privado a sumarse a este esfuerzo en beneficio de la investigación científica de la nación.

Comité internacional

También se buscará asociar a personas e instituciones extranjeras para crear un comité que permita la internacionalización del proyecto.

Moshinsky es considerado el pionero de la física en México. Cursó sus estudios básicos en escuelas oficiales, posteriormente inició su carrera de Física y Matemáticas en la Facultad de Ciencias de la UNAM. En 1947 obtuvo la maestría y dos años más tarde el doctorado por la Universidad de Princeton, Estados Unidos. Éste último grado lo consiguió con la asesoría de Eugene Wigner, Premio Nobel de Física en 1963.

Tras obtener el doctorado regresó a México. Fue gran impulsor de la física nuclear en América Latina, disciplina de la que fue uno de los más importantes expositores a escala mundial. Formó a varias generaciones de reconocidos científicos del país. Participó en la creación de la Academia Mexicana de Ciencias y de otras instancias ligadas con la física.