www.silverioperez.com, presencia de El Faraón en Internet
n simple clic, y enmarcado por el soberbio pasodoble que una de sus mágicas faenas le inspirara al músico poeta aparece, deslumbrante de personalidad y de recuerdos, el torero que en una época mexicana fuera tormento emocional de mujeres, hombres y niños: Silverio Pérez, gracias a la idea de su nieto José Antonio y a más de un año de trabajo y selección a cargo de su incansable hija Silvia.
El portal del Monarca del trincherazo es, no podía dejar de serlo, esencialmente fotogénico. La seductora naturaleza del gran torero texcocano se conserva en centenares de imágenes magníficas, ya toreando, posando, abrazando a su Pachis del alma o departiendo con admiradores y amigos. Y quizá el mérito principal de este importante sitio web, además del valioso material que ofrece, sea haber logrado reflejar la grandeza y la sencillez silverianas por medio de fotos y textos.
“José Tomás me dijo, confiesa Silvia, que no había encontrado en Internet información sobre Silverio Pérez. Eso fue el detonador para empezar a hacer la página de mi papá, primero con el apoyo técnico de mi hijo José Antonio y luego con la colaboración de amigos, aficionados y parientes que incluso no conocíamos. desde luego, pero también artículos, crónicas, poemas, documentales, videos, pinturas y grabaciones musicales, tanto del país como del extranjero. Elaboramos primero un índice general que fuimos depurando y enriqueciendo a la vez, mientras mi sobrino Joselín me insistía: tienes que delegar. Supongo que lo hice, pues finalmente logramos que el sitio esté a disposición de todos los usuarios.
“Desde luego seguimos trabajando en la página, abunda Silvia, pues la existencia de un ídolo de los ruedos que ya retirado se dedicó a la política no puede ser exhaustiva en una presentación, de modo que el portal se enriquece constantemente con nueva información gráfica y escrita. Los contenidos, temas o links rebasan con mucho lo meramente biográfico, familiar y taurino.”
Un lugar muy especial tiene María de la Paz Domínguez, la talentosa y bella mujer que en 67 años de matrimonio supo acompañar y apoyar a su esposo Silverio en las buenas y en las malas, o su hijito José Antonio, fallecido en circunstancias trágicas, o el inmortal Carmelo, hermano mayor e inspiración taurina del Diamante del redondel, o su maestro y amigo dentro y fuera de los ruedos, Fermín Espinosa Armillita, o…
Se incluye igualmente una detallada cronología de la labor como servidor público de El Compadre, ya como diputado federal, ya como presidente municipal de Texcoco, así como una nutrida galería de fotos con algunas de las obras realizadas o con hartos políticos de todos colores, niveles y sabores pues, para frustración de mandatarios nacionales y extranjeros, ninguno contó con la admiración y el cariño de la gente como el carismático Silverio.
Otros links igual o más interesantes en torno a la rica existencia de El Negus, uno más de los apodos que se ganó a lo largo de su vida, son: El rincón de los amigos, donde centenares de estos aparecen ufanos, más que de su cargo o profesión por el hecho de aparecer junto al Compadre; o los libros y poemas que sobre él se han escrito; o Multimedia, con varios reportajes, entrevistas y faenas históricas; o Reconocimientos, con innumerables y espléndidos óleos, acuarelas, dibujos, apuntes y caricaturas que su don de gentes, singular fisonomía e incopiable tauromaquia provocaron.
Pasodobles constituye otro apartado particularmente rico y revelador, ya que en éste, además de la letra de su pasodoble más conocido se incluyen distintas versiones instrumentales de las melodías de Agustín Lara y de Joaquín Pardavé, así como en las voces maravillosas de Javier Solís, Aída Cuevas, Genaro Salinas, Ramón Vargas, Ana Gabriel, Plácido Domingo, Néstor Mesta Chaires, Alfredo Sadel, Juan Legido o Pepe Aguilar.
Museo y testimonios son los temas finales de tan extraordinario portal. El país está urgido, concluye Silvia, de individuos que imitar, no de santos que venerar. Silverio fue un mexicano al que se puede imitar por sus valores humanos, más que por su trayectoria en los ruedos. Por cierto, mi madre falleció un sábado a las 5:15 de la mañana, y 10 meses después mi padre, otro sábado a las 5:15 de la mañana.