México, foco especial
Palo a Calderón-Lozano
Empleo y tensión social
remendo palo en plena boca propinó el Banco Mundial al presidente del empleo
y a su (autodenominado) gallo
(el porrito Lozano) para el 2012. A las cifras históricas
(de micrófono) por ellos presumidas, el organismo financiero responde que en América Latina sólo México es un foco especial en materia de empleo
, pues en la región todos los países han logrado reducir de manera rápida el desempleo
… menos en el de las referidas cifras históricas
, donde las tasas se han incrementado desde el inicio de la recesión económica
, a tal grado que reportan un incremento de 50 por ciento.
No es novedad que el discurso calderonista siempre fluya en riguroso sentido contrario de la realidad nacional, pero sí lo es que hasta el Banco Mundial advierta, junto con el FMI (operadores del neoliberalismo autóctono), sobre el peligro social que conlleva tal circunstancia, en la que el autodenominado gallo
para 2012 tiene una responsabilidad ineludible. Entonces, el ¡ya basta! debe ampliarse a otro tipo de violencia institucionalizada en contra de los mexicanos.
En vía de mientras, el Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, ofrece un paseo, poco grato por cierto, sobre la realidad laboral en el país (Empleo y salarios, los límites de la recuperación económica), en el que, de entrada, advierte que la creciente necesidad de recursos por parte del sector público no puede ser saciada por una economía que no progresa de manera equitativa, ya que se encuentra lacerada por una distribución desigual de la riqueza. La inequidad en la repartición del ingreso no puede solucionarse en tanto no se mejore el salario que se paga a los trabajadores
En contrasentido con las expectativas oficiales, la recuperación económica no ha implicado la mejora del mercado laboral. Tampoco ha propiciado mayores salarios para la población. Derivado de las cifras dadas a conocer por el Inegi, hasta el último trimestre de 2010 se registró una tasa de desocupación ligeramente superior a la observada en el mismo periodo de 2009, el año de la crisis. Por lo tanto, en términos de empleo el avance es nulo, únicamente se ha generado el empleo que se necesita para incorporar a las personas que por crecimiento de la población requieren trabajo.
En lo que va de 2011 las altas tasas de desocupación siguen presentes. Su resultado no es algo coyuntural: refleja uno de los mayores problemas estructurales que se viven en el país: la insuficiente creación de empleo formal bien remunerado. De la encuesta estratégica de empleo trimestral (Inegi) se desprende que la situación del trabajo ha empeorado en casi todos los rubros. Si bien no se cuenta con los números exactos para conocer cuántos millones de mexicanos se encuentran en la informalidad, sin contrato escrito, sin acceso a la salud o trabajando por ingresos inferiores a un salario mínimo, lo que sí se puede inferir de las cifras dadas a conocer, es que todas implican el aumento del empleo precario. Para las familias lo anterior se traduce en una menor calidad de vida y en una distribución de la riqueza poco igualitaria.
La mayor proporción de ganancias obtenidas por la expansión se ha concentrado en pocas manos, en aquellas que controlan los procesos productivos y la distribución de los bienes y servicios generados en el país. El ejemplo más representativo de un mayor gasto que a su vez propicia concentración económica, se encuentra en la inversión la pública. A lo largo del 2010 la inversión privada tuvo un pobre desempeño debido a que la mayor parte de los empresarios no renovó su infraestructura, al mismo tiempo que el número de empresas creció de manera modesta. Sin embargo, el gasto público en capital aumentó en más de medio billón de pesos, pero casi todo quedó en poder de las empresas que son capaces de ejecutar las grandes obras carreteras, petroleras, de energía eléctrica y de vivienda que se gestan con dinero público. En consecuencia, el año pasado no corresponde a uno donde haya existido un avance en la competitividad, productividad y distribución de riqueza, en realidad, fue un periodo de reactivación con mayor concentración del poder económico.
Las cifras de empleo (Inegi) permiten adelantar que entre 2008 y 2010 debió observarse un aumento en la inequidad de la distribución de la riqueza, la cual no fue subsanada ni por el gasto público ni por las remesas que llegan de Estados Unidos. En consecuencia, para 2011 la polarización social es el aspecto a tomar en consideración. Sin empleo formal y bien pagado no puede estimarse que los trabajadores y sus familias podrán tener el ingreso suficiente para mantener el nivel de vida, ya de por sí precario, que sostenían hasta antes de la crisis. El aumento en la pobreza es el corolario a dicho entorno. Si en un año de recuperación existió un retroceso económico y social para los trabajadores, ¿que se puede esperar en 2011 y 2012? La respuesta es desafiante y plantea que debe existir un viraje en la política económica, no se puede seguir aplicando la misma receta para atacar los problemas del país.
La elevada desocupación de la población con mayor grado de estudios sigue presente, y una situación similar se observa para el desempleo que se reporta para la gente que tiene más experiencia laboral. El mercado de trabajo en México no utiliza al recurso humano más calificado, aquel que cuenta con la preparación y conocimiento práctico, justamente los elementos necesarios para elevar la competitividad y productividad del país. Los bajos salarios y prestaciones son otro elemento a considerar: hay pocos incentivos para que la gente con altas calificaciones busque enrolarse en el mercado laboral formal, situación que representa el comienzo de un círculo vicioso: no hay incrementos en competitividad, lo que repercute en una menor contratación de trabajadores con experiencia y educación que además demandan salarios más elevados.
Las cifras oficiales vienen precedidas por un pobre incremento en los salarios. En el extremo, y en conformidad con las cifras del Inegi, para enero de 2010 el 6.3 por ciento (más de 3 millones) de los trabajadores ocupados no recibían pago. En conjunto, las estadísticas presentadas señalan una dinámica que limita el bienestar de los trabajadores y sus familias.
Las rebanadas del pastel
El balance resulta terrorífico, pero todavía tiene la cara dura de autodenominarse gallo
para 2012. Vergüenza debería darle, pero no la conoce.
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