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Hay marchistas con apoyo económico, pero les falta corazón

Cuando más lo necesitaba no recibí ayuda en México: Noé Hernández
 
Periódico La Jornada
Martes 12 de abril de 2011, p. a15

Cuando eres medallista olímpico te sobran los amigos y ¡hasta las mujeres!, dice con ironía Noé Hernández, porque necesitó la ayuda de todos y nadie le tendió la mano durante el año que estuvo en rehabilitación, tras la cirugía reconstructiva de la rodilla derecha que se hizo en Polonia hace un lustro.

El subcampeón de Sydney 2000 señala con amargura su experiencia. Jamás pensó que aquellos que lo elogiaron por la proeza que hizo en la prueba de 20 kilómetros en la justa australiana fueran los primeros que le dieron la espalda.

En entrevista con La Jornada, el andarín mexiquense relata:

“Después del Mundial de Atletismo, en Helsinki 2006, comenzó mi martirio. Venía saliendo de lesiones y mi rodilla izquierda ya no aguantó, estaba deshecha.

Me retiré, pedí ayuda, cojeaba primero y después usé bastón, no me daba pena que me vieran así. Sabía que esta lesión era por el desgaste físico de muchos años en el deporte, era el pago de horas de trabajo y sacrificio, pero eso a nadie le importaba y me di cuenta a tiempo, explica el medallista.

En el país tocó puertas de las autoridades deportivas, acudió a la Asociación de Medallistas Olímpicos Mexicanos –de la que forma parte y recibe una beca vitalicia– e incluso salió a buscar ayuda de los que creía que eran sus amigos. Sólo obtuvo negativas; otros no lo escuchaban ni lo recibían.

“Yo estaba muy encabronado con todos, no me gustaba andar mendigando y mira lo que son las cosas, la ayuda vino de afuera, de amigos que tengo en Polonia. Allá me hicieron la cirugía, gasté mis ahorros y si camino mejor es gracias a ellos.

Estuve un año en Polonia y después pasé 12 meses de rehabilitación en México, pero aquí nadie me ayudó ni se acordaban de Noé Hernández Valentín.

A pesar de su amarga experiencia, El Chivo afirma que él, como deportista, cumplió al ganar la medalla de plata hace 11 años y con haber escrito una prolífica carrera que inició desde niño con sueños de futbolista –fue seleccionado infantil con Toros Neza–, pero el destino cambió para enfilarlo hacia el deporte del quiebre de cintura.

La mitad de su vida fue de carencias. De familia humilde en Chimalhuacán, su municipio natal, Noé apenas tenía lo necesario para comer. Con dificultad compraba tenis y sus largos trayectos hacia el Centro Deportivo Olímpico Mexicano y la Ciudad Deportiva eran de madrugada, pues a veces no tenía dinero para el transporte y se iba caminando.

No me siento frustrado. Me gusta trabajar y si alguna vez fui albañil prefiero volver a hacerlo. No me avergüenzo de mis orígenes. Eso te motiva a levantarte y ser fuerte, confiesa el ex marchista, quien causó polémica hace unos años porque Vianney Pedraza, su entonces esposa y madre de sus dos hijas, se desempeñó como su entrenadora.

Hernández Valentín, de 32 años, dirige el deporte de su municipio fomentando no sólo el atletismo y el futbol, sino además frontón, boxeo, lucha, taekwondo con las escuelas técnicas, y también cobra en las conferencias motivacionales que ofrece en la República Mexicana relatando sus experiencias.

Desea que la marcha mexicana nuevamente esté en el podio, porque no es lo mismo ganar una medalla mundial que una olímpica. Piensa que Éder Sánchez y Horacio Nava son buenos, nada más, y les falta ser humildes; tener hambre para hacer historia. Tienen apoyos (económicos), pero no corazón, finaliza.