Niños de 10 consumen estupefacientes
Lunes 11 de abril de 2011, p. 4
Muchos jóvenes no ven el futuro. Están en una situación incierta. No se preocupan por estudiar o mejorar su aprovechamiento escolar, pues lo que ven a su alrededor es que ello no les ayudará a salir de la pobreza, y que el único camino para el ascenso social es el narco. Es el relato que hace Leticia, orientadora escolar en una secundaria de Valle de Chalco Solidaridad.
Jóvenes de entre 12 y 15 años que acuden a la escuela comienzan a involucrarse en las drogas, primero como consumidores. Después empiezan a venderla y a jalar
a sus compañeros. Varios desertan de los estudios porque se empiezan a relacionar con las bandas.
Son niños que crecen solos. Ya sea porque los padres se van a trabajar al Distrito Federal y vuelven en la noche sólo a dormir, sin saber lo que hicieron sus hijos durante el día, o porque son familias en las que los dos padres se fueron a Estados Unidos y dejaron a los chicos con los abuelos, pero obviamente éstos no cumplen el papel de los progenitores.
Los abuelos están grandes, cansados. Sólo mandan a los niños a la escuela, pero no tienen la fuerza para estar atrás de ellos, darles seguimiento acerca de cómo van en la escuela. Nada más cubren las necesidades de alimentación y que tengan un lugar donde dormir. Los abandonan. Luego van los señores a la escuela y platican que los menores no llegan a dormir, pero no aplican un límite o una corrección.
También hay casos, comenta, en los que las madres fueron abandonadas y no pueden estar atrás de los hijos. Acuden a la escuela para ver cómo van, pero no saben si hacen tareas, con quiénes se juntan. Con frecuencia, si el niño empieza a consumir drogas, los papás no se dan cuenta.
Menciona que ha visto niños que desde los 10 años, en quinto de primaria, empiezan a consumir estupefacientes, generalmente activo, pero cuando les practican análisis para determinar si son consumidores generalmente no dan positivo, porque esa droga no se descubre con facilidad. Según un cálculo que basa en su experiencia diaria, considera que alrededor de la mitad consumen estupefacientes. Uno los ve en las calles consumiendo. Son muchos.
Advierte que el aprovechamiento es muy bajo. “Creo que tiene que ver con la desintegración, porque los papás no están al pendiente y a los chicos no les interesa. Les preguntas qué vas a ser, si ya saben que ahora necesitas mínimo tener secundaria para obtener un trabajo, y muchos responden: ‘puedo ser narcotraficante’. Desde chiquitos ven en su proyecto de vida ser narcos.
“Veo a los chicos en una situación incierta. No ven el futuro. Piensan que para qué estudiar si no hay trabajo, si van a seguir siendo pobres. Todo tiene que ver con lo que ellos observan y viven. Pocas veces me entero de que alguno se queda en la vocacional o en alguna preparatoria.
La mayoría llega a la escuela sin desayunar, y en la escuela comen tortas o quesadillas. A veces dicen que su mamá les dejó dinero para comida, porque ella se va a trabajar desde temprano, y compran 20 pesos de chicharrones y lo demás lo gastan en las maquinitas. Tienen una alimentación muy mala.
Alrededor de la escuela el ambiente es inseguro, pues hay muchos asaltos, sobre todo a los niños, porque los ladrones saben que al menos llevan un celular y se lo quitan. Los niños tienen miedo. Hablan de casos de persecución a niñas y de la falta de ayuda de los adultos.