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Ver día anteriorLunes 11 de abril de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Aprender a Morir

Ninis otra propuesta

A

veces converso con ninis de diferentes edades (hartazgo y confusión no son exclusivos de los jóvenes), sexo, escolaridad y nivel socioeconómico. Suelen ser personas sensibles o incluso hipersensibles que decidieron, o diversas circunstancias los obligaron, a ya no seguir confundiendo el deber con lo que su familia, la escuela y la sociedad y sus engaños esperan de ellos. Enfermos de frustración y aturdidos, indigestados con tanta mentira, mermados en su voluntad, les importa un carajo lo que pase o deje de pasar, incluidas las carencias y decepciones que su actitud provoca, pues ese cinismo, más que de ellos, lo asimilaron de un sistema social que ya perdió toda mesura.

Las instituciones mexicanas, públicas y privadas, no han sabido o se han negado a servir, aun como instrumentos de articulación y vehículos de coordinación del inagotable potencial de la sociedad, cuyos recursos humanos son desaprovechados y reducidos. Con la misma intensidad y cobertura que se difunden campañitas emergentes, proyectos seudointegradores de los mexicanos y otras iniciativas, las instituciones de salud, públicas y privadas, deberían convocar a cursos y entrenamiento gratuitos para incorporar a desempleados y a ninis como prestadores de servicios a discapacitados y adultos mayores. Se sorprenderían no sólo de la cantidad de solicitudes, sino de las vocaciones y sentidos de vida por descubrir.

¿Ninis cuidando ancianos? Es una manera probada de desdramatizar la propia situación atenuando la de otros. Sobran motivos de un nini para no hacer nada, pero son aún más las necesidades por satisfacer de adultos mayores y discapacitados no atendidas por las instituciones ni por la familia, no sólo en lo físico y lo material, sino en lo laboral, emocional, cultural y recreativo. Ninis que saben de música o pintura, que cantan, actúan, escriben o cuentan cuentos lo han dejado por falta de estímulos y de público. Cientos de miles de viejos que sirvieron a esta sociedad que hoy los margina, están esperándolos.

Las escandalosas sumas de dinero que se destinan a la falsa guerra contra el narcotráfico ya podrían empezar a destinarse a la verdadera lucha por la calidad de vida, fomentando en serio el sentido de solidaridad y servicio, no sólo el de consumo, frustración y rechazo. Coordinarse y aplicarse es cuestión de voluntad y compromiso. Los ninis disminuirían, al igual que esta matanza con doble cara.

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