Opinión
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México SA

Concentración bancaria

Competencia de saliva

Premio a Gustavo Madero

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Momento en que Jaime Ruiz Sacristán recibe de manos de Ignacio Deschamps la presidencia de la Asociación de Bancos de México, durante la clausura de la 74 Convención Bancaria, en el puerto de Acapulco, GuerreroFoto Notimex
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omo parte del ritual de la Convención Bancaria, en la edición 74 que concluyó el pasado fin de semana en Acapulco, los barones del dinero eligen a un nuevo presidente –con apellido castellano– de la Asociación de Bancos de (en) México. En esta ocasión tocó el turno a Jaime Ruiz Sacristán (director general del Banco Ve por Más –así se llama– y hermano del ex secretario de Comunicaciones y Transportes en el zedillato), quien sustituye a Ignacio Deschamps (en la nómina del BBVA-Bancomer).

De igual forma, como parte del ritual el nuevo dirigente gremial repite lo que sus antecesores: que el sistema bancario que opera en México es uno de los mejor capitalizados del mundo (algo que le ha costado sangre a los mexicanos), aunque, como todos los anteriores, olvida celebrar en público que también es uno de los más concentrados del planeta. De hecho, el banco en el que trabaja Ruiz Sacristán apenas si representa 0.2 por ciento de los activos totales de dicho sistema y 0.1 por ciento de las utilidades. Pero también hay que darle chance a los chiquitos, como aseguran los grandotes.

Pues bien, el discurso se repite –el de los banqueros y el gubernamental–, especialmente el relativo a fomentar la sana competencia para democratizar aún más al sistema, aunque en realidad nada se ha hecho para alcanzar tan preciado fin, el cual, se supone, beneficiaría a los expoliados usuarios de la banca que opera en el país. Con reprivatización, rescate, compactación, extranjerización de las otrora sociedades nacionales de crédito y muchos, muchísimos discursos, el balance es el mismo, de tal suerte que algunos avinagrados que hablan mal del país podrían llegar a pensar que ni autoridades ni barones tienen la menor intención de alterar el estado de cosas.

En 2006, poco antes de que Felipe Calderón, junto con su muy buen equipo económico, tal vez el mejor (él mismo dixit) se instalara en Los Pinos, el Banco Mundial (La trampa de la desigualdad y su vínculo con el bajo crecimiento en México) advertía que el sistema bancario (en México) ha demostrado un historial de alta concentración en unos cuantos bancos con el otorgamiento de créditos canalizado a unas pocas empresas grandes, a menudo relacionadas con los dueños de los bancos y en términos preferenciales. Las reformas realizadas luego de la crisis de 1994 aunque limpiaron el sistema, lo llevaron a concentrarse aún más. La proporción de activos en manos de los cinco principales bancos del sistema financiero mexicano pasó de 74 por ciento en 1994 a 88 por ciento en 2001, convirtiéndolo en uno de los sistemas bancarios más concentrados del mundo. En contraste con los niveles previos a 1994, el sistema está casi totalmente en manos extranjeras.

De acuerdo con las cifras oficiales (Comisión Nacional Bancaria y de Valores) el 88 por ciento que cita el Banco Mundial para 2001 es un dato inflado, porque ese año el grado de concentración fue cercano a 74.94 por ciento, es decir, prácticamente el mismo que el prevaleciente en 1994, no obstante que desde este último año comenzó a tambor batiente el discurso de la sana competencia. Pues bien, para 2010, con la estadística de la misma fuente gubernamental, los cinco grandes del sistema (de los que sólo uno se mantiene en manos mexicanas) concentran 75.15 por ciento de los activos totales.

La diferencia, si existe, es que en 1994 existían 18 bancos reprivatizados (Banco Obrero no se consideró dentro del circuito); en 2001 ese número se incrementó a 31, y para 2010 el inventario llegó a 43 (incluidos los bancos chatarra que generosamente autorizó Fox), de tal suerte que la sana competencia no ha trascendido el discurso, como sucede en tantas otras actividades económicas, en las que la norma es la concentración.

En 2006, el Banco Mundial recapituló: la historia (de la banca en México) se centra en la evolución de un sistema financiero altamente concentrado y protegido, que sostiene los intereses privados de la combinación entre las élites bancaria e industrial de la sociedad. Los banqueros ejercieron su influencia para el diseño de leyes que los protegieran de la competencia y que, a su vez, proporcionaran financiamiento del gobierno, así como inversiones en los sectores económicos. A pesar de la debilidad regulatoria, antes de la nacionalización de 1982, el grupo de banqueros privados operaba como un grupo auto supervisado, con interés mutuo en el sostenimiento de su viabilidad financiera.

Luego de la crisis de 1994, apunta el organismo, se observaron dos ámbitos de resolución en el sistema financiero. “Primero, se dio un rescate que es probable que haya resultado altamente regresivo, manteniendo la convicción de que las reformas de mercado apoyaban o rescataban a los ricos a costa de otros. Segundo, un conjunto de reformas del sector financiero que fortalecieron el marco regulatorio de manera sustancial, acompañado de la apertura del sector a la propiedad extranjera. El resultado fue que más de 80 por ciento del sistema bancario quedó en manos extranjeras hacia principios de los años 2000, y el sistema en su totalidad goza de salud financiera. Esto representa un rompimiento institucional para el sector a partir del antiguo patrón de dependencia de la élite empresarial nacional. Sin embargo, el sector financiero sigue mostrando una gran concentración, además de un nivel de otorgamiento de crédito al sector privado inusitadamente bajo desde una perspectiva internacional. Buena parte del sector privado, en especial las empresas pequeñas y medianas resultan expulsadas del sistema… El control extranjero ha contribuido a resolver el problema de la baja calidad de los activos y el crédito relacionado, pero ha dejado a México con un sistema bancario inusitadamente adverso al riesgo”.

Cuatro años después del citado análisis, la concentración bancaria goza de cabal de salud. Los cinco grandes del sistema acaparan 75 por ciento de la cartera crediticia y casi 80 por ciento de las utilidades netas (sólo Bancomer y Banamex se quedan con 43 por ciento y 55 por ciento, respectivamente), mientras los mexicanos pagan los platos rotos.

Las rebanadas del pastel

Júbilo en Los Pinos: en breve, Felipe Calderón entregará la medalla grandes logros panistas al dirigente blanquiazul, Gustavo Madero, por la siguiente declaración, con los banqueros de público: les voy a dar una cifra nada más para mover un poco el tapete; en los nueve años de gobiernos del PAN el total de homicidios ha sido de 102 mil 995; en los últimos nueve años del PRI fueron 128 mil 995 muertos. Ahora la justificación existe porque se está combatiendo, antes la gente ni los contaba y son 25 mil muertos más (26 mil, en realidad, pero el premio al matemático del año se le otorgará en ceremonia aparte).