n Japón se produjo una réplica del terremoto del 11 de marzo. Esto fue el jueves 7 de abril. El fuerte sismo que sacudió el noreste de japón causó daños en otras tres centrales nucleares y dejó sin electricidad a 3.3 millones de hogares. La planta de Onagawa sufrió derrames de agua de las piscinas de las barras de combustible, pero no hubo fugas, se afirma, y la prensa internacional, en un lugar destacado de la primera plana, publica una fotografía de un funeral en una fosa común de Yamamoto, con víctimas del sismo del 11 de marzo. Quizás para aumentar el dramatismo de las consecuencias del fenómeno, que de suyo tuvo repercusiones verdaderamente muy graves, sobre todo en el futuro próximo, que correrá la energía nuclear como posible fuente alterna de los combustibles fósiles.
El temblor del jueves pasado ha sido el más fuerte que vuelve a golpear a Japón desde el del 11 de marzo. Cortó, entre otros daños, dos de las tres líneas de abastecimiento eléctrico de la central de Onagawa y el sistema de refrigeración de las barras se interrumpió, aunque brevemente, así como se detectó un pequeño aumento del nivel de la radiactividad dentro de los edificios de los reactores, y ya se procede a localizar el origen exacto de las fugas: el epicentro del temblor que generó una alerta de tsunami de hasta dos metros, que finalmente no se produjo, se situó a 20 kilómetros de Onagawa y a 120 de Fukushima.
El enviado especial del periódico El País a Tokio, José Reinoso, informó además, en su excelente crónica y análisis de los sucesos en Fukushima, donde los técnicos luchan por detener las fugas de los reactores desde hace casi un mes, y por estabilizarlos, en el peor desastre nuclear en el mundo desde Chernobil, en Ucrania, en 1986, no sufrió daños adicionales en esta ocasión, según la empresa propietaria Tokio Electric Power (Tepco).
En el noreste de Japón hasta ahora hay más de medio millón de hogares que no han podido recuperar la energía eléctrica, y la réplica ha generado mayor inquietud entre los pobladores de esta región, sin duda, pero no se puede decir que no tenga el mismo efecto acá, en Tabasco o en el propio Distrito Federal. En este desastre murieron o están desaparecidas más de 27 mil personas, y por tanto, los diversos efectos sociales que surgen inevitablemente en estos casos, como el acaparamiento de agua y víveres de primera necesidad, se hacen sentir, junto con otros más graves todavía, que son ya considerados delitos punibles, como sería el pillaje en almacenes y las propias residencias, aumentando así las tensiones y las penalidades de los habitantes de las zonas castigadas.
Mientras, el mundo mantiene la atención sobre los actos y programas gubernamentales de Japón y se aboca simultáneamente a resolver otros problemas que encierran una gran responsabilidad para las generaciones actuales de científicos y de gobernantes, tanto de las sociedades que en los sistemas democráticos deben participar y tomar también alguna responsabilidad sobre grandes problemas políticos, económicos y sociales que tenemos que encarar y resolver adecuadamente, dentro del marco histórico y con los recursos sociales y económicos que tiene cada país, sobre todo de los que obligadamente constituyen los activos que proporciona la propia naturaleza a las diversas naciones, y que concurren como datos determinantes para configurar sus programas económicos y sociales, que no solamente deciden su destino hacia mediados del siglo XXI, sino que deciden también las características de las relaciones que habrán de tener con sus vecinos regionales y también con los más distantes, muy especialmente en lo que se refiere precisamente al manejo de la energía en cada país.
Es muy conocido que hay superpotencias, como nuestros vecinos en la frontera norte, que consumen 20 millones de barriles de petróleo diariamente, y solamente producen 10 millones de ellos, en números gruesos, viéndose obligados a importar petróleo y gas desde muy lejos, y quizás, en algunas ocasiones, desde países que no son sus amigos, según su propia definición, y que estas desviaciones de hecho, que se van produciendo, se quedan como características permanentes de los mercados, no deseables, sí, pero inevitables en el corto plazo, y frecuentemente también en el más largo.
Ante los últimos acontecimientos de la naturaleza que nos hacen ver tan impotentes frente a ellos –nos referimos al terremoto-tsunami de Fukushima– no se pueden soslayar las circunstancias que se dan en esta esfera de la realidad, en la que, hace muy poco todavía, los gobernantes y dirigentes de dimensiones internacionales, y los científicos asesores, se estaban inclinando un poco hacia la solución nuclear para resolver la crisis histórica mundial, que se ha ido configurando en todo el planeta.
Necesitamos imperativamente determinar variables muy complejas que se refieren, quizás en primer lugar, a la naturaleza del origen de la energía; es decir, ¿seguimos por la ruta de las soluciones que nos ofrecen los combustibles fósiles, o se impulsará a la energía nuclear, con todas las consecuencias implícitas en uno y otro casos? Por supuesto también están en el medio del camino las alternativas para generar la codiciada energía, la solar, la eólica, la de las mareas, la hidráulica, el gas natural, los biocombustibles, y el carbón (principalmente mediante la tecnología del bajo carbón).
En todos los casos habrá que asumir las consecuencias que correspondan. Y habrá que medir los tiempos cuidadosamente y cuidar que, a propósito de la oportunidad, no nos pase lo que a los japoneses en Fukushima. Ellos ya tenían muy cerca la solución integral de su falta total de combustibles, pues ya estaban muy inmediatos a resolver su problema abastaciéndose por el extremo sur-oriental de la gran isla de Sakhalin, la gigantesca isla continente rusa, donde ya está por ponerse en marcha el proyecto cinco, asociados con las mayores empresas internacionales del mundo para extraer petróleo y gas, de allí de Sakhalin 5. ¿Qué pasó? De punta a punta de Japón a Sakhalin, hay solamente 100 kilómetros. Y al pronunciarse por la solución nuclear, no parece posible que opten también por la del petróleo. Tenemos la impresión de que tendrá que ser una u otra.