Lanzó Disecado, que reúne dos novelas breves
Más que en cambiar realidades, confío en el arte como acto curativo
, afirmó el autor
Estamos tan atacados por la realidad cotidiana, en el sentido literal y en el simbólico, reflexionó el escritor en entrevistaFoto María Meléndrez Parada
Lunes 11 de abril de 2011, p. a15
México, dice sin retórica el escritor Mario Bellatin, está convertido en un horror y en un infierno
. Lo más perverso de todo esto, agrega en entrevista, es que siguen habiendo capas sociales que no lo sienten, que conviven con este horror en una aparente paz y tranquilidad
.
La charla con Bellatin se realiza en una cafetería de la colonia Roma a propósito de la reciente publicación de Disecado (Editorial Sexto Piso), en el que reúne dos novelas breves. Una es la que da título al libro y en la que el propio autor (o más bien, los yos que habitan en su interior) es el protagonista.
La otra es El pasante de notario Murasaki Shikibu, en la que la escritora Margo Glantz (o sus yos internos) es la que se transfigura, tanto en la escritora japonesa como en el pasante de notario.
Es precisamente con la búsqueda de un ejercicio auténtico y radical de la literatura que los escritores podrían, realmente, incidir en la realidad
, dice.
“Es una sociedad esquizofrénica en la que podemos ser testigos de horrores extremos y, al mismo tiempo, estar en un estado de bienestar.
Ese convivir entre el bienestar y el horror es lo que impide que podamos enfrentar y ver, directamente, lo que está ocurriendo.
–En la literatura la realidad
y lo real
siempre quedan en duda, se subvierten, pero en Disecado al parecer usted intenta radicalizar esa idea.
–Sí, es que tendemos a olvidar que la literatura es el espacio donde la realidad puede ser transformada para ser entendida de otra manera, mucho más profunda. Lo que intenté en Disecado es aparentar este cambio, precisamente para incidir en muchas cosas que nos están sucediendo actualmente.
“Es un libro con una violencia muy grande: la del cuerpo, la personal, la de los personajes. Muchos escritores pensamos que las formas tradicionales de reflejar la realidad están ya muy gastadas. En los 50 años pasados hubo un abuso y se tomó a la literatura como si fuera rama de la sociología o la antropología.
“Hay que devolverle a la literatura su carácter artístico, pero no en el sentido de hacer libros experimentales o juegos de palabras, sino de buscar nuevas maneras de incidir en la realidad que nos ha tocado vivir.
Como intelectuales y escritores estamos bastante desorientados ante la violencia cotidiana. Como antenas que somos, como receptores de todo el imaginario colectivo, tenemos que hacer frente a esto en nuestras obras, pero no con los patrones que ya no funcionan.
Hemos olvidado, señala Bellatin, que el espacio de la literatura, como el de las otras artes, es el de la libertad absoluta. Y precisa: “Más que en el sentido de cambiar realidades, confío en el arte como acto curativo. Beuys y Steiner se referían al arte como un lograr curarse, uno mismo y la sociedad.
“La literatura como un medicamento que debe tomarse, porque es uno de los pocos espacios que todavía quedan para que podamos reflexionar a partir de lo que somos y de qué cosa es lo que estamos haciendo.
Eso es lo que me interesa de crear un mundo con leyes propias, que funcionan dentro de lo verosímil que puede ser un relato.
–¿Cómo espejo?
–No, porque un espejo es demasiado superficial. En un espejo se ve solamente el rostro y no lo que hay dentro, todas las capas de las que estamos constituidos. Un espejo sería continuar con la literatura que se dedica a reflejar la realidad.
“Lo que pretendo es ingresar a capas más profundas para que la escritura sea como un ritual, en el que uno se sienta a leer y tiene ese tiempo y espacio para reflexionar a partir de quién se es.
Estamos tan atacados por la realidad cotidiana, en el sentido literal y en el simbólico, que no tenemos un tiempo para realmente entendernos a nosotros mismos y saber qué podemos hacer.