odo ha cambiado, pero llegan más de veinte mil refugiados libios a la isla de Lampedusa y Acapulco recibe a los dueños de los bancos que escuchan el informe del Ejecutivo sobre las cuentas de la cosa pública; al secretario de Hacienda al servicio de la intermediación financiera en el proceso de acumulación, el imperio del mercado y la libertad de participar alegremente en el reparto del botín. No importa de dónde provenga el capital de los dueños, dice Ernesto Cordero; ya nada le cuestan al gobierno, festeja.

Los de la alta gerencia son nativos de estas tierras. Casi todos. No hay discriminación cuando se reúnen los dueños del dinero. La inseguridad es asunto de percepciones, dice el dogma sexenal. Treinta y seis años de tianguis turístico se tradujeron a nomadismo itinerante. Todo ha cambiado, pero el nuevo gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, da la bienvenida a los banqueros y se dirige al Presidente de la República para pedirle que no dejen a Acapulco sin su fiesta de promoción anual y global. No ha sido decisión del gobierno, sino de los operadores, del sacrosanto mercado, respondió Calderón, y añadió que Acapulco volvería a tener su tianguis en cuanto tuviera policía capacitada, honesta, eficaz, en cuanto hubiera garantías para las personas y sus bienes.

Y de ahí a la fiesta de los elogios, la dicha de la expectativa: Todo dispuesto, dijo Agustín Carstens, para que veamos en el futuro inmediato una extraordinaria contribución del sistema bancario al desarrollo de México. Las vacas flacas pasearán por la costera durante siete años, cuando menos, ha sentenciado el policía que despacha en la Secretaría de Seguridad Pública. Uno para la campaña electoral y seis para más de lo mismo. Porque el miedo es más que una percepción cuando Genaro García Luna fija plazos fatales a la guerra; y no es coincidencia que empaten conforme a las leyes del sistema métrico sexenal. Es arma electoral más eficaz que el recuento de asesinados en los últimos nueve años del PRI, hecho por Gustavo Madero. Aguirre Rivero acatará el dictado de palacio. Del puerto llegan imágenes de dicha y prosperidad, consenso del poder y del tener.

Miguel Alemán y Carlos Slim intercambian palabras con Felipe Calderón en la despedida del buque escuela Cuauhtémoc; atrás, desde la segunda fila, se asoma Carlos Romero Deschamps. En Pemex se paga el dinero con el que Hacienda hace como que recauda y reparte la cuota proporcional del pago del rescate heroico del priato tardío, de los intereses acumulados de la deuda que compraron los del capital extranjero con los bancos: sin esa renta, no quisieron comprarlos; ese alto ingreso asegurado permitía acumular utilidades sin tener que dar crédito a los usuarios, que pronto seremos todos los que habitamos el jardín de las delicias, según percepción de la Comisión Bancaria. Menos los muertos y los que van a morir.

Ni un muerto más, gritaban las mantas y los marchistas en Cuernavaca, en el Distrito Federal, en San Luis Potosí, en Querétaro, en Guadalajara. ¡Ya basta! En Cancún, los expertos aplaudían el valor de Felipe Calderón, quien recibía en Los Pinos a Javier Sicilia, padre de uno de los siete jóvenes asesinados en Morelos, al mismo tiempo en que aparecieron 72 cadáveres en fosas comunes, en San Fernando, Tamaulipas, casi en el mismo sitio donde en agosto pasado encontraron los 72 migrantes secuestrados, torturados y asesinados. Y el viernes 8 de abril, dos más fueron muertos y tirados en las calles de Josefa Ortiz de Domínguez, del municipio de Yautepec, Morelos. Mañana lunes conmemorarán el aniversario luctuoso de Emiliano Zapata. Y ya no hace falta la banca de fomento. ¿Agrícola? Ni de broma. La banca privada proveerá. Y habrá maíz importado para cubrir la superficie nacional, sin necesidad de créditos ni avíos; en lugar de tractores, contenedores.

Según Agustín Carstens, está todo dispuesto para que veamos en el futuro inmediato una extraordinaria contribución del sistema bancario al desarrollo de MéxicoFoto Francisco Olvera

Todo cambió. Millones de visitantes llegan a Teotihuacán y los domingos no cuesta un centavo la visita. Podrían otorgar la concesión a algún promotor privado, dueño de capital y con amigos en las alturas. En Roma, Berlusconi ha puesto en manos privadas el Coliseo, quizá el monumento más importante del mundo, dice El País del martes 5 de abril de 2011. Portento privatizador del signore, del bufón sometido a juicio que se burla de la justicia. Diego Della Valle, empresario del zapato, socio del grupo editor del Corriere della sera y de El Mundo, pagará 25 millones de euros para la restauración del Coliseo y recibirá la exclusiva durante 15 años improrrogables de la explotación del sitio y la imagen del monumento romano cuya construcción emprendió el emperador Vespasiano en el siglo I de nuestra era.

Negocio redondo. Cito datos de El País: Una entrada (al Coliseo) cuesta 12 euros (7.50 para ciudadanos de la Unión Europea). En 2010 recibió más de cinco millones de visitas. Haga sus cuentas... Además, la operación generará como mínimo 200 millones de euros, porque concede a la empresa mientras duren las obras, el plan de comunicación y la comercialización del Coliseo en todo el mundo. Felipe Calderón y su secretario Ernesto Cordero emprenderían gustosamente la puesta en valor del patrimonio cultural decretada por Silvio Berlusconi, política que declara la conservación del patrimonio en emergencia permanente, con lo cual puede otorgar la concesión graciosamente, sin concurso alguno. Y sin que le cueste dinero al gobierno, añadiría el señor Cordero. El emperador Tito inauguró el Coliseo con cien días de juegos, batallas navales, combates de gladiadores, luchas contra animales salvajes. La entrada era gratis.

¡Ave César! Los que van a morir te saludan. Siete años más es la respuesta a los manifestantes que claman: Ni un muerto más. Luiz Inacio Lula da Silva llegó a Acapulco y habló a los banqueros y a sus informantes: El problema que vemos hoy en el mundo es la falta de decisión política (...) Ustedes que son hombres de negocios, que trabajan en bancos, en la industria y en el comercio saben que parte de la violencia que vive México no ha surgido ahora, tiene su origen en la cantidad de años en que los más pobres fueron tratados sin atención aquí, en Brasil, en Honduras y en un montón de países.

Cuestión de voluntad política; saber para quién se va a gobernar. Nada aprendieron, nada olvidaron los discípulos de Francisco Gil Díaz. No son capaces ni de llevar agua a su molino con el impulso de Lula y su voluntad política sin ataduras al tabú de los salarios congelados por miedo a la inflación. Cuestión de una política social de Estado para que el segmento más pobre de la población pudiera comer las calorías y proteínas necesarias para la vida del ser humano; participar en la construcción de infraestructura, en el impulso al crecimiento, en el desarrollo como instrumento para la equidad. Yo soñaba con que un día Petrobras (en la que el Estado brasileño posee 38 por ciento del capital accionario) y Pemex, sin renunciar a sus características, pudieran unirse, quizá construir otra empresa para explorar otros mercados.

El Estado no puede temer al capital privado. Lo que es necesario es establecer reglas del juego que sean claras, dice Lula.

Saber lo que es de la nación, lo que es el Estado y los derechos individuales y sociales que está obligado a salvaguardar. ¿Siete años? No, ni un minuto más de impunidad y estado de excepción impuesto por quienes hacen un desierto y lo llaman paz.